Deprecaciones al Santísimo Cristo

Arañar la Tierra
Cofradía de disciplinantes
Advocación a la Cruz, Santa Cruz o Vera Cruz

En los inicios de la época de la repoblación se cita el Molar de San Esteban. No puede tener nombre más apropiado para la zona triguera de esta tierra del pan, en que se asienta. Dada la importancia de la carretera que pasa a su vera, antigua calzada romana de Astorga a Cesaraugusta, no hay duda de que su molino le daría importancia y se puede considerar, entre otras, la industria harinera el origen de su caserío.

En los libros consultados de Vidayanes y Revellinos, así como de las parroquias de Villalobos y el libro Becerro de los Pimenteles se anota el despoblado de Villanueva la Seca. Parece ser que estaba asentado a poco más de un kilómetro de San Esteban y junto al Camino Real y que desapareció entre 1668 y 1705. Que Sant Stephano del Molar, tiene mención en cuanto se comienza a administrar esta parte de Tierra de Campos con las nuevas pueblas. Inmediatamente entran a formar parte del mismo los pertenecientes a la familia Osorio, parientes generalmente de los Reyes de León o Castilla, y en principio, parece que sólo como grandes propietarios, más tarde como delegados del Rey, y posteriormente como Señores.

En la historia referente al Convento de Santa Cruz de Villalobos se lee que ya en 1384 existía San Esteban del Molar. En el estudio efectuado sobre el arciprestazgo de Villalobos se dice así: "Fundado en 1384 por D. Fernando Rodríguez y su esposa Doña Inés de la Cerda, hija de D. Alfonso, que otorgaron el 20 de diciembre del referido año 13.000 cuartos de viñedo, 50 cargas de trigo, que tomaron los fundadores a préstamo de San Esteban del Molar y Villanueva la Seca. 200 maravedises para carne, pescado y vestuario de 12 monjas y la Abadesa; en el Burgo, camino de Velilla, donde llaman corredera y sus palacios para el convento". Aprobó la fundación Clemente VI.

Con estos datos tan escuetos, sin embargo tenemos los suficientes para referenciar en algo la existencia de San Esteban. Su parroquia era de patronato laical. Los derechos de diezmería se repartían entre el Marqués de Astorga, que era el Señor de la villa y el cabildo de León. Las tierras estaban en régimen de encomienda. Y al ser esta de la familia de los Osorios se entronca con Valencia de Don Juan, Valderas, Villalobos, Ponferrada y Tábara.



Versos al Cristo de la Misericordia.



Sin duda no merecemos,
del cielo estos favores,
por qué siendo pecadores,
a nuestro Dios ofendemos.
(bis)

Es tanta la confianza,
que en vos tenemos Señor,
que a pesar de la tardanza,
esperamos el favor.
(bis)

Mándanos Señor el agua,
aunque no la merezcamos,
que si por merecer es,
ni la tierra que pisamos.
(bis)

Las nubes en estos días,
preparadas han estado,
y sin darnos un roció,
luego se han retirado.
(bis)

Agua Señor te pedimos,
agua, agua suplicamos,
agua Señor te pedimos,
en Tu santo novenario.
(bis)

Agua pedimos Señor,
agua pedimos Dios mío,
agua pedimos Señor,
que nos vemos afligidos.
(bis)

Los trigos vimos Hermosos,
y los vemos abatidos,
por la escasez de las aguas,
dadnos Señor un roció.
(bis)

Nuestras culpas son la causa,
nosotros lo conocemos,
de que Tu Cristo bendito,
te hagas sordo a nuestro ruego.
(bis)

Pero ya nos humillamos,
en nombre de todo el pueblo,
pidiéndote humildemente,
el perdón de nuestro yerros.
(bis)

Piedad pedimos Señor,
piedad nuestro Dios amado,
Virgen santa de Candelas,
perdonad nuestros pecados.
(bis)

Las nubes se nos presentan,
nuestros pechos alegrando,
y aquí Señor es muy poca,
el agua que han derramado.
(bis)

A pedir agua venimos,
Rey supremo de la gloria,
todos acuden a Ti,
Cristo de Misericordia.
(bis)

Mirad por los labradores,
que andan de noche y de día,
fatigados y rendidos,
por sustentar sus familias.
(bis)

Que ha de hacer el labrador,
si es que pierde la cosecha,
donde ha de recurrir,
si no halla pan en su mesa.
(bis)

Cristo de Misericordia,
os volvemos a implorar,
que continúen las lluvias,
que hay mucha necesidad.
(bis)

Jesús a tus pies rendido,
este pueblo entusiasmado,
por ti espera confiado,
sea otra vez socorrido.
(bis)

No miréis nuestros pecados,
que han sido toda la causa,
de que Dios este enojado,
templad su justicia airada.
(bis)

Socorred al labrador,
y también al pobre obrero,
que andan de noche y de día,
para ganar el sustento.
(bis)

Pisando nieves y escarcha,
hambres penas y fatigas,
sembrando el campo de mieses,
a la clemencia divina.
(bis)

Ea pues Jesús amado,
ten de nosotros piedad,
mandándonos una lluvia,
siquiera por caridad.
(bis)

Mirad por este tu pueblo,
que arrepentido de veras,
pide perdón de sus culpas,
y el remedio de sus penas.
(bis)

Mándanos Padre amoroso,
el agua que te pedimos,
que si Tu no nos la mandas,
se secaran nuestros trigos.
(bis)

Padre de misericordia,
olvida nuestros pecados,
mirad las necesidades,
de estos tus hijos amados.
(bis)

No por nosotros Señor,
porque nada merecemos,
si no por los inocentes,
que se hallan en este templo.
(bis)

Virgen Santa de Candelas,
tiende Tu amorosa mano,
a estos tus hijos queridos,
acoged bajo Tu manto.
(bis)

Haced que España recobre,
la paz y tranquilidad,
y la católica Iglesia,
la perdida libertad.
(bis)

Moveos a compasión,
de este pueblo que a ti clama,
enviándole un roció,
para así calmar sus ansias.
(bis)

Vos que sois Padre amoroso,
y fuente del Paraíso,
haced que corra a torrentes,
el agua por nuestros trigos.
(bis)

Para que los labradores,
también puedan remediar,
dando trabajo al obrero,
y que no le falte el pan.
(bis)

Y los niños inocentes,
que nunca os han ofendido,
se verán desamparados,
si les falta vuestro auxilio.
(bis)

Y vos Virgen de Candelas,
y el Sagrado Corazón,
intercede por nosotros,
en nuestra tribulación.
(bis)

Otra vez Cristo Bendito,
vuestro favor imploramos,
por qué solo en vos hallamos,
el consuelo en el conflicto.
(bis)

Gracias te damos Jesús,
reverentes te adoramos,
y tu nombre confiamos,
en esa sagrada cruz. [6]
(bis)

Cuantas veces te buscamos,
aunque somos pecadores,
otras tantas te encontramos,
dispensándonos favores.
(bis)

Tanta bondad tanto anhelo,
solo en tu corazón cabe,
y más ligero que un ave,
nos sirves con mucho celo.
(bis)

Tu que los cielos creaste,
y diste el ser a la luna,
no nos niegues la fortuna,
que este año preparaste.
(bis)

No nos la quites Jesús,
por Tu santísimas llagas,
y líbranos de las plagas,
por esa bendita cruz.
(bis)

Muestra piadoso tu oído,
no repares que pecamos,
advierte que te llamamos,
consuelo del afligido.
(bis)

Ponemos por medianero,
a nuestro excelso patrón,
San Esteban primer mártir,
de tu santa religión.
(bis)

Confiamos que al rogarte,
no miraras con desdén,
al que murió por amarte,
como Dios y como Rey.
(bis)

Fijos tus divinos ojos,
en el cielo que es tu patria,
haz Jesús por que se cumplan,
nuestras fervientes plegarias.
(bis)

Nuestras vidas te ofrecemos,
nuestras obras y trabajos,
y el corazón que tenemos,
buen Jesús también te damos. [4]
(bis)

Por tu amor nos pide el pobre,
por tu amor limosna damos,
prometiendo socorrerle,
del mismo pan que comemos.
(bis)

Cuando nos cubra la losa,
en este mísero valle,
esa mano generosa,
buen Jesús también nos salve.
(bis)

Virgen Santa de Candelas,
bajo tu manto divino,
se acoge este tu pueblo,
y te proclama en su auxilio.
(bis)

Nos vamos en confianza,
de que diréis oiréis nuestros gemidos,
y que serán acogidos,
en la bienaventuranza.
(bis)

Nuestras almas a tu diestra,
coloca el día final,
para poder bendecirte,
en la gloria celestial.
(bis)

Gloria al Padre gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo,
Gloria con todos los santos,
por los siglos de los siglos.
(bis)

Jamás tu misericordia,
nos faltó cuando humillados,
a vuestras plantas postrados,
implorábamos piedad.
(bis)

Hoy vemos con sentimiento,
con admiración y pena,
y el alma de luto llena,
que nos falta tu bondad.
(bis)

Si los pecados motivan,
la calamidad presente,
castigar al pecador,
y salvad al inocente.
(bis)

Por tu pasión y tu muerte,
rogamos manso cordero,
dirijas una mirada,
por tu asolado pueblo. [5]
(bis)

Mirad que solo se ven,
lagrimas gemido y llanto,
mendicidad luto espanto,
tristeza y tribulación.
(bis)

Ya que nada conseguimos,
ni justos ni pecadores,
recurriremos al cielo,
a buscar intercesores.
(bis)

Ángeles y serafines,
corte toda celestial,
intercedez por nosotros,
ante el Rey universal.
(bis)

Esperamos buen Jesús,
que con estos medianeros,
enviéis copiosas lluvias,
aunque no las merecemos.
(bis)

Ay que tesoro tan grande,
tenemos en San Esteban,
con este Bendito cristo,
y la virgen de Candelas. [2]
(bis)

Pero si no lo cogemos,
aunque el corazón no hable,
con sentimiento diremos,
hermano que Dios te ampare.
(bis)


Virgen Santa de Candelas,
Madre de Dios soberano,
ampara a este tu pueblo,
que se ve necesitado.

Rogativas y cantos
para pedir agua
.

Cristo de Misericordia,
dulcísimo redentor,
por vuestra pasión y muerte,
gracias te damos señor.

Ay que tesoro tan grande,
tenemos en San Esteban,
con este Bendito Cristo,
y la Virgen de Candelas.

Terminan los ejercicios,
de este santo novenario,
en vuestra misericordia,
esperamos confiados.

Nuestras vidas te ofrecemos,
nuestras obras y trabajos,
y el corazón que tenemos,
buen Jesús también te damos.

Por tu pasión y tu muerte,
rogamos manso cordero,
dirijáis una mirada,
por este querido pueblo.

Gracias te damos señor,
reverentes te adoramos,
y tu nombre confiamos,
en esa sagrada cruz.

Oh glorioso San Isidro,
patrón de los labradores,
no dejéis sin recompensa,
sus trabajos y sudores.

La cofradía de Santa Cruz y San Adrián tienen su primer libro de cuentas fechado en 1678. Comienza de este modo "Siendo cura el Licenciado, Manuel de Lera, mayordomo, Esteban Rodríguez y alcalde del lugar Alonso. En la villa de San Esteban del Molar a diez días del mes de febrero de mil y seiscientos y setenta y ocho años ante el señor Licenciado Diego Herrero, arcipreste de la villa de Villalobos y su arciprestazgo y por ante mí"... La primera visita episcopal efectuada en 1679 la hace Don Rodrigo de Prado, Visitador General y Delegado del Sr. Obispo D. Juan Álvarez Osorio, Obispo de León.

Por este libro de cuentas se aprecia la intercomunicación entre los párrocos ya que se citan en sus actas a párrocos de dos Iglesias desaparecidas en Valdescorriel y en Villalobos. Estas son la de San Pelayo y San Félix respectivamente.

Esta cofradía gozaba de buen número de hermanos y además sus arcas estaban bien abastecidas. Así en 1730 hay una minuciosa cuenta de los gastos efectuados en adecentar su ermita.

Por el libro de Tazmías, sabemos la distribución de diezmos, que era a partes iguales entre el párroco de la localidad y los canónigos de León. Estos consistían, en trigo, mora, centeno y cebada. Además se percibía vino y uva. En legumbres se recogían, garbanzos, cantudas y algarrobas. En animales, pollos, cerdos, corderos y también lana y queso.

Su vida parroquial era intensa y contaba con numerosas capellanías. La de Quinta Angustia, mayor; San Miguel; Quinta Angustia, menor; Animas; Nuestra Señora del Rosario; Sta. Catalina; San Antonio.

Por el libro de Apeos de la Cofradía a San Roque se intuye la existencia de varios despoblados. En este libro [pág.13] se cita el despoblado de Villanueva la Seca y se llama "agregado a San Esteban". Igualmente se cita [reverso pág.14] "á do dicen el poblado", "corral de piedra". También en la misma página se indica "a do dicen San Adrián el Viejo". Y el despoblado "del Camino Real".

No termina aquí el rosario de despoblados citados sino que además se anotan "el despoblado de San Roque" y cañada del "despoblado del Nial" [reverso pág.17].


Deprecaciones al Santísimo Cristo.




Cristo de Misericordia,
con humildad te pedimos,
nos des un socorro de agua,
que se nos secan los trigos.
(bis)

Oh Jesús Padre Amoroso,
Dios y hombre verdadero,
escucha benignamente,
los clamores de este pueblo.
(bis)

Una vez más acudimos,
humildes a tú presencia,
no dudando alcanzar agua,
de tú Divina Clemencia.
(bis)

Las blasfemias tan horribles,
que a nuestra vista profieren,
son las que secan los campos,
y las que el agua detienen.
(bis)

Si tu brazo omnipotente,
castiga nuestros pecados,
mirad por los inocentes,
con quien estamos mezclados.
(bis)

Jesús Misericordioso,
Tú que los Cielos creaste,
no nos niegues la cosecha,
que este año preparaste.
(bis)

Vemos muy seca la tierra,
vemos sedientas las plantas,
vemos cerca nuestra ruina,
solo en vos hay esperanza.
(bis)

Agua pedimos Señor,
agua pura y cristalina,
agua por toda la España,
que se ve muy afligida.
(bis)

Cristo de Misericordia,
agua pedimos con ansía,
para regar nuestros campos,
que nos hace mucha falta.
(bis)

Cristo de …

Virgen Santa de Candelas,
Madre de Dios soberano,
amparad a este tú pueblo,
que se ve necesitado.
(bis)

Cristo de …

Agua sí de la que asomas,
y vuelves a retirar,
que transportada a los aires,
otras tierras va a regar.
(bis)

Oh Glorioso San Isidro,
Patrón de los labradores,
no dejes sin recompensa,
sus trabajos y sudores. [7]
(bis)

Por tú Santa intercesión,
esperamos confiados,
que consigas del Señor,
agua para nuestros campos.
(bis)

Cristo de …

Otra vez Cristo Bendito,
a implorar nuevos favores,
óyenos Padre amoroso,
escucha nuestros clamores.
(bis)

Siempre que te hemos pedido,
favores has otorgado,
por eso Cristo Bendito,
todos en Ti confiamos.
(bis)

Este pueblo aquí postrado,
con profunda sumisión,
te pide de corazón,
agua para sus sembrados.
(bis)

Cristo de …

Cristo de Misericordia,
dulcísimo redentor,
por vuestra Pasión y Muerte,
danos el agua Señor. [1]
(bis)

San Isidro labrador,
sacó el agua de un peñasco,
sácala Tú gran Señor,
riégala por todo el campo.
(bis)

Cristo de Misericordia,
Tu que tienes el poder,
quita el candado a las nubes,
para que empiece a llover.
(bis)

Cristo de …

San Esteban Protomártir,
nuestro patrón muy querido,
por tu dolorosa muerte,
intercede por tus hijos.
(bis)

Nuestra esperanza es tan grande,
Cristo de Misericordia,
que a pesar de la tardanza,
lograremos la victoria.
(bis)

Los trigos y las cebadas,
se están secando Señor,
y si Tú no lo remedias,
será un año de aflicción.
(bis)


Gracias os damos señor...

Cristo de Misericordia,
con humildad te pedimos,
nos des un socorro de agua,
y Tú nos lo has concedido.


Por el libro primero de la cofradía de la Cruz sabemos que su ermita era de 1731. En 1817 se vende la teja de la misma, porque amenaza ruina. En 1824 se vende la parte vieja. Esta ermita tuvo apenas un siglo de existencia. Ocupaban los suelos que están situados en la bifurcación de la calle del Reguero con el Camino de Valderas, y que se vendió en 35 ptas. de plata y oro a Vicente Blanco Pastor 14-XII-1889.

Para conocer un poco más las costumbres del lugar, la parroquia pagaba a la Iglesia de Villarrín todos los años una fanega de trigo, para el "voto de Santiago".

En los libros de cuentas se anota la subasta del cerdo, que los vecinos acogían y criaban entre todos, llamado el de San Antón y un corral que lo llamaban el corral del gallo. Aparece también en 1901 una ofrenda que se llama de la cuba y la bodega de "los misereres".

La antigüedad de la Iglesia parroquial no se puede constatar. En el año 1775 se reparó la Capilla Mayor, se levantó más la Iglesia y se le abrieron luces. La torre parecer ser que fue más ancha y de forma de fortaleza. Parte de la piedra se empleó en "el circuito" alrededor de la misma. Se completó con ladrillo en 1833 y se terminó en 1926 con chapitel de chapa, que puso un "saltarín" y al terminar hizo "número de circo".

La escalera de la torre se hizo en 1830. En el libro de Fábrica, de 1815 a 1898, [reverso pág.50] se dice "359 reales costó el tablado de la torre con inclusión de madera, clavazón, manos y compostura de mazas de campanas, según recibo del Maestro Marcos Pastor".

En este libro de Fábrica, [pág.1] hay una nota, que dice, "El foro que cobra esta fábrica llamado Villarrín es de esta forma, D Pantaleón de Prado paga seis heminas y dos cuartillos de trigo con que están pensionadas unas tierras, que compró Don Rafael Pantigoso a Manuel de Vega en Villarrín y dos heminas menos dos cuartillos con que la mismas tierras están gravadas las paga hoy Diego Escapa, marido de Juliana de Vega, vecinos de Otero, heredad de Manuel de Vega por quien le corresponde pagar. Así consta de la venta hecha a favor de D. Rafael Pantigoso la que se hallara en el oficio de D. Felipe Vitacarros, escribano de Villafáfila en el protocolo del año 1789".


En este mismo libro se indica la fecha de construcción del primer cementerio. Fue en 1834. Para ello cedió los terrenos, por el importe de 132 reales el Mayordomo de la Iglesia de aquel año Don Antonio Álvarez [pág.95] y se pagó la cantidad de 1.201 reales por "la tapiería" y costó "el capeo" de las tapias 120 reales. Este cementerio se hizo siendo párroco Don Santos Romero y el primer cadáver en él sepultado es el de Francisca Costilla.

Como podemos apreciar los antepasados en esta parroquia anotaban con minuciosidad todos los acontecimientos, gracias a ellos hoy podemos revivir el pasado soterrado en los campos o dormido en los legajos de los archivos.


La Rogativa.



Cristo de la Misericordia,
con humildad te pedimos,
nos sigas mandando agua,
para regar nuestros trigos.

Padre amoroso esperamos,
venir a darte las gracias,
ante Tú divina imagen,
por haber mandado el agua.
(bis)

Queremos Jesús amado,
al hacer la rogativa,
recibirte con amor,
en la Santa Eucaristía.
(bis)

En Tú pasión te siguieron,
las tres piadosas Marías,
y siguiendo el buen ejemplo,
hacemos las rogativas.
(bis)

Adiós Padre de bondad,
adiós Rey del universo,
mándale la bendición,
a este tu querido pueblo.
(bis)

Seremos tus fieles hijos,
saldremos en procesión,
y al volver al Santo Templo,
echadnos la bendición.
(bis)

Al salir de vuestro trono,
grande es la necesidad,
Cristo de Misericordia,
bien lo puedes remediar.
(bis)

El año cuarenta y cinco,
pasaron muchas miserias,
Cristo de Misericordia,
haz que estos tiempos no vuelvan.
(bis)

Este año buen Jesús,
nuestra falta ya la veis,
remédiala como hiciste,
el año setenta y seis.
(bis)

Espéranos buen Jesús,
de vuestra bondad inmensa,
bendigáis nuestros sembrados,
y los libréis de tormenta.
(bis)

Esas nubes celestiales,
siempre a tu disposición,
no descarguen tempestades,
que causen desolación.
(bis)

Cese tu ira y tu enojo,
cese este azote fatal,
enviadnos el roció,
y al campo fertilidad.
(bis)

Gracias os damos Señor,
por el agua recibida,
para que sigan los campos,
en su verde lozanía.
(bis)

Para que los labradores,
cojan cosechas crecidas,
para mitigar el hambre,
de nuestra España querida.
(bis)

Oh que tesoro tan grande,
tenemos en San Esteban,
que siempre que a Él recurrimos la necesidad remedia.
(bis)

Cristo de Misericordia,
siempre nos has atendido,
cuando humildes a tus pies,
de corazón te pedimos.
(bis)

Virgen Santa de Candelas,
patrona de este tu pueblo,
gracias te damos Señora,
porque oíste nuestro ruego.
(bis)

Gracias os damos Señor,
gracias os damos Dios mío,
que nos has regado el campo,
al oír nuestros gemidos.
(bis)

Jesús a tus pies postrado,
este pueblo agradecido,
acude a darte las gracias,
por el favor recibido.
(bis)

Pero Tu Cristo Bendito,
Tú querubín de los cielos,
Tú que eres tan bondadoso,
no abandones a tu pueblo.
(bis)

Terminan los ejercicios,
de este santo, novenario,
en vuestra misericordia,
esperamos confiados. [3]
(bis)


San Esteban del Molar - © Coro de Poniente



Dos datos más, todos los pueblos en el pasado siglo tenían un pendón, que llevaban con orgullo a las procesiones. Los feligreses se acogían a sus colores, como el guerrero se acoge al abrigo de su bandera. En 1816 compran el pendón que cuesta 158 reales el asta, 109 reales se pagó al sastre que lo compone; 29 reales cuesta el forro y la seda. Se dice [pág.32] "2.101 reales, que importó el pendón nuevo que se compró para la Iglesia". El viejo lo destrozaron los franceses y además se llevaron 24 fanegas de pan de la panera de los diezmos [reverso pág.7]. Otro dato más y ya será el último, es que la Capilla Mayor hubo que desmontarla, lo que costó 308 reales, 18 costó la compostura de la reja de la Capilla Mayor y 80 el agregar la piedra para ella.

En la Iglesia parroquial se le da al culto al Cristo de la Misericordia y año tras año se renueva un voto centenario, que el día de su fiesta se escucha y acepta por todos los vecinos y que dice así: ⇒ Seguir leyendo...



San Esteban del Molar, Muñoz Miñambres - © 1983

Lamparillas

Un Padre Nuestro, Hermano
pido reces por Mí,
que más tarde o más temprano
tendrás que venir aquí.

Como te veo, me vi,
como me ves, te verás.
Y entonces, también querrás,
que te lo recen a Ti.


“Lamparillas”

Ya de todos los Santos llego la tarde, se oye de las campanas triste tañido, para que aquel que aún vive en la memoria guarde de los que en el sepulcro le han precedido.

Por eso al Camposanto, según costumbre, suele acudir la gente todo aquel día, mas va por el camino la muchedumbre lo mismo que si fuese de romería.

Incrédulo, no pases... ya que tranquilo ese lugar se encuentra, no le profanes, que allí tendrás mañana seguro asilo como fin de tus penas y tus afanes.

Para que pueda el triste calmar sus duelos, y para que la gente no sufra tanto, hay puestos de castañas y de buñuelos, junto a la puerta misma del Camposanto.

El sagrado recinto lleno de luces, sobre las sepulturas gasas y flores; ¡dichosos los que duermen bajo esas cruces sin sufrir de la vida los sinsabores!

Ved ese mausoleo. La muerte ruda sobre el que allí reposa lanzó su rayo, y atribulada y triste su hermosa viuda para mostrar su pena mandó al lacayo.

Más pronto al pobre muerto diose al olvido trocando en alegría su negro luto, pues mientras manda luces á su marido, ya le está preparando su sustituto.

Ya el sol su brillo apaga, triste y medrosa a echar su negro manto la noche empieza; sólo queda una anciana junto á una fosa, es una pobre madre que llora y reza.

--¡Oh, qué santos recuerdos! Era yo niño y mi madre decía: -Recemos juntos por los que nos tuvieron tanto cariño, que para eso es la noche de los difuntos.

Del Purgatorio al cielo no hay más que un paso, las almas de los nuestros Dios las reúna; ya estarán en la gloria, más por si acaso pon una lamparilla por cada una.

Y sigue estas costumbres, sanas, sencillas, porque su santo influjo no es ilusorio, pues agradecen mucho las lamparillas las ánimas benditas del Purgatorio.

Ven y recemos, hijo, pues aunque intente arrastrarte el impulso del modernismo, esta práctica hermosa tenia presente y cuando yo me muera reza lo mismo.

--Pasaron de mi infancia los días bellos; ya se han muerto los seres que quise tanto, y al verme aquí tan solo, me llaman ellos desde aquel rinconcito del Camposanto.


Presto iré, no desoigo su amante aviso; ¿qué es para mí la vida sin ilusiones? pero hasta que yo vaya, por si es preciso, no quiero que les falten mis oraciones.

Y aunque ya lo que es bueno se va olvidando, aún si todas las casas vais recorriendo, ¡cuánta gente esa noche veréis rezando y cuántas lamparillas veréis ardiendo!

De mi madre el encargo cumplo obediente, nada me importa el mundo ni sus hablillas, que á pesar de sus burlas, mientras yo aliente, no han de quedar mis muertos sin lamparillas.

Juan Redondo y Menduiña

“El cementerio de los niños”

Del pobre Camposanto
en un rincón tranquilo,
como un cesto de flores,
está el alegre patio de los niños...

Cual nidos de palomas
nevados son los nichos,
allí no llora el sauce
su lagrimeo fúnebre y sombrío.

Doradas siempre vivas,
inmaculados lirios,
violetas y jazmines,
perfuman aquel mágico recinto.

Azules mariposas,
en amorosos giros,
imprimen blancos besos
en las sencillas cruces de los nichos.

Y flotan en los aires
encantadores ritmos...
¡los canticos de oro
Que entonaran las almas de los niños!

Juan R. Jiménez

Del culto a los difuntos, en los cementerios tradicionales, a la fiesta de Halloween puede haber un verdadero abismo. Sin embargo, el crisol de culturas en el que se ha convertido la provincia, es capaz de aglutinar esas costumbres dispares, que giran en torno a una misma fiesta, la que se celebra entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre en buena parte del mundo.
Noche de difuntos en las redes sociales, mejor desde una wifi publica porque nuestra tarifa de datos tiene mas telarañas que las fotos de Halloween, disfraces y calabazas invaden las tétricas imágenes que sepultaran otros contenidos, acosados todo el año por fantasmas, corruptos que nos han dejado en los huesos, ¿muertos vivientes?... ritos y tradiciones, mezclan relatos de viejas leyendas, entorno a la muerte, cada una de ellas posee un especial significado y un protagonismo en más de una historia de esta tierra de campos. ¡Haberlas hailas!

Zamora no se tomó en una hora, resistió, y junto a sus murallas se vivió un hecho histórico que ha entrado en lo legendario, al implicar a Rodrigo Díaz de Vivar, “la leyenda de la puerta de la traición”, en el siglo XI cuenta cómo se las gastaban aquellos reyes hispanos. “Murió Fernando I en 1065, Rey de Castilla, dejó repartido el reino entre sus cinco hijos, dando a García, Galicia; a Sancho II, Castilla; a Alfonso VI, León; a Elvira, Toro, y a Urraca, Zamora. Pero como la tradición mandaba que el hijo mayor tuviese todo el reino en sus manos, Sancho, se lo tomo fatal; lo reclamó, y comenzó una serie de guerras contra sus hermanos, de tal forma que conquistó Galicia, arrebatándosela a García, obligó a huir a Alfonso hacia Toledo, tomó Toledo y puso cerco a Zamora, población que resistió el asedio más de siete meses. Uno de los vasallos de Urraca, Bellido Delfos, abandonó la ciudad y se pasó al bando de Sancho informándole que conocía un lugar por donde podría penetrar en Zamora. Una noche, acompañado por el Rey se acercó hacia una puerta de la muralla y le apuñaló a traición. De esta forma, las tropas de Sancho abandonaron el sitio, y Alfonso se reencontró con sus hermanos, tomó posesión del reino de Castilla, tras prestar juramento, ante el Cid Campeador en Burgos, de no haber tenido parte en el asesinato del Rey”

Mucha menos conocida es otra leyenda medieval que cuenta un hecho protagonizado por un grupo de nobles en el año 1158, “el motín de la trucha”. Junto a Santa María la Nueva se celebraba todos los días un mercado popular de abastos donde tenían ciertos privilegios los criados de los nobles a la hora de comprar y elegir los mejores productos. Pero un día, un zapatero se presentó justo cuando se acababa de abrir y pudo adquirir una trucha de gran tamaño, al ir a guardarla en su capazo se escapó y cayó al suelo, momento en que uno de los criados de un noble se apropió de ella y la reclamó para su señor. El zapatero pidió que se la devolviese porque la había comprado él, pero el sirviente se negó a ello. El ambiente se fue caldeando y los criados de los nobles se enzarzaron con los vecinos y con los vendedores en una pelea a golpes, saliendo a relucir más de un cuchillo, que causó heridos en uno y otro bando. Los nobles que acudieron a la trifulca ordenaron, que se detuviese a aquellos que habían atacado a sus sirvientes y muchos acabaron en prisión, como los ánimos seguían caldeados, se refugiaron en la iglesia a la espera de que la tensión se rebajase, pero en lugar de ello, los familiares y amigos de los mercaderes y de los vecinos que habían sido detenidos, rodearon el templo y le prendieron fuego, muriendo todos los nobles dentro.

También es curiosa la historia que se cuenta en torno a la ermita del Carmen y a la serpiente que conserva. “Un joven pastor se hizo amigo de una serpiente que vivía en la zona del campo donde iba todos los días con el ganado. Hasta tal punto se relacionaron que se convirtió en su mascota y la llamaba al llegar con un simple silbido, permaneciendo juntos toda la jornada hasta que el hombre se retiraba con los animales al corral. El pastor se marchó por un tiempo del lugar, y cuando regresó se encontró con un problema que se había producido en su ausencia, la serpiente había crecido y atacaba a rebaños y personas, causando estragos entre los habitantes de las aldeas próximas que no se atrevían a atacarla. Le pidieron al pastor, que les librase de su amiga, le avisaron de lo peligroso del asunto, ya que la serpiente era enorme y atacaba en cualquier momento y en cualquier lugar. El joven se encomendó a la Virgen del Carmen y se dirigió al campo donde iba con el ganado. Una vez allí, silbó como siempre lo había hecho para llamar a su amiga, y ésta apareció confiada, pudiendo darle muerte, librando así a los vecinos de la comarca de ese peligro. En agradecimiento a la Virgen cedió su cuerpo a la iglesia. La iglesia se conoce como “la iglesia de la culebra” en donde todavía hoy se puede distinguir el cadáver corrupto de tan terrible animal”.

El señorial Puente de Piedra de Zamora nos recuerda, otra leyenda, ahí fue donde San Atilano arrojó su anillo de obispo antes de iniciar su peregrinación a Tierra Santa. “La ciudad había pasado por un periodo muy complicado. Las plagas se habían cebado con la población, la peste había rematado la cruel escabechina llevada a cabo por los sarracenos, el hambre se extendió causando casi tantas víctimas como las enfermedades. El obispo de Zamora, San Atilano, decidió peregrinar a Tierra Santa para conseguir el perdón divino, dado que creía que todos aquellos sucesos se debían a los pecados cometidos por los vecinos, y por los suyos propios. Al cruzar el Puente de Piedra sobre el río Duero arrojó su anillo de obispo a las aguas. Estando ya en Tierra Santa, una noche en sueños le habló una voz que le dijo que sus pecados y los de todos los pobladores de Zamora habían sido perdonados y que ahora habría un periodo prospero para la ciudad. Al despertar tomó la decisión de regresar a Zamora, antes de entrar en la ciudad se detuvo en una posada para comer, el posadero le ofreció, entre otros alimentos, un barbo, que fue aceptado por San Atilano. Cuando se lo sirvieron en la mesa y abrió la panza del pez se encontró el anillo que había arrojado al río cuando partió en peregrinación”

Cerca de la frontera con Portugal, de amores que van más allá de la muerte, una leyenda que da vida a un árbol que se encuentra en la localidad zamorana de Codesal. En su cementerio se alza un roble centenario, del que se dice que tiene únicamente dos fuertes raíces que se hunden por separado en la tierra, abrazándose muchos metros más abajo, que no es sino, el testigo de una historia de amor desgraciada. “En un año indeterminado de un siglo perteneciente a la Edad Media, salieron de la localidad zamorana de Codesal tres arrieros que buscaban poder mercadear en tierras gallegas, sobre todo en el valle de Verín. Llegados hasta allí, se les dio tan bien las ventas que decidieron permanecer más días, haciendo amistad con los jóvenes lugareños. Una de las noches que estaban bebiendo en una posada criticaron las actuaciones del Señor de Verín, por considerar que oprimía más a sus vasallos que lo que ellos sufrían en tierras zamoranas. Llegadas estas críticas a oídos del Señor, mandó que los detuviesen, que les quitasen las mulas, las mercancías, y que les llevasen a su presencia. Tras confirmar los arrieros que efectivamente le habían criticado, y aunque pidieron perdón por ello, el Señor ordenó que los encarcelasen en el castillo. El carcelero tenía una hija muy bella que le ayudaba llevando la comida a los presos. Poco a poco fue trabando amistad con los arrieros, y más adelante se enamoró de uno de ellos, que le correspondió en ese sentimiento. Cuando llegaban las fiestas navideñas, la muchacha escuchó que el Señor había decidido poner en libertad a los encarcelados, no sin antes azotarlos, para después expulsarlos de Verín. La joven decidió ayudar a los arrieros, y robando las llaves a su padre abrió la celda les indicó dónde estaban las mulas y las mercancías que les había requisado el Señor. Los enamorados se despidieron. Descubierta la huida, el carcelero tuvo que marcharse junto a su familia, pues sospechaba que su hija había tenido que ver en la marcha de los arrieros, aunque ella nunca lo confesó. Un día, ella decidió partir junto a unos segadores rumbo a Castilla para buscar a su enamorado. Llegados a Codesal, y sin encontrar al arriero, falleció en el campo, dice la leyenda que de pena. Como nadie la conocía, fue enterrada en una esquina del viejo cementerio, mientras que los otros segadores gallegos regresaron a Verín. Sobre la montaña de tierra, una anciana de la localidad clavó una ramita de roble.
Una semana más tarde regresó a Codesal el arriero a quien le cuentan la historia, y, al comprender que se trataba de su amada, se dirigió hacia el cementerio donde lloró amargamente ante la tumba. Sin ganas de vivir más, decidió retirarse a un monasterio, donde permaneció hasta su muerte pidiendo que le enterrasen junto a la joven. Las lágrimas del arriero son las que hicieron germinar ese árbol, cuyas raíces se unen debajo de la tierra, celebrando el matrimonio que no se pudo llevar a cabo sobre la superficie”

En la villa de Benavente, el castillo del siglo XII, ocupado actualmente por el Parador Fernando II de León, encierra en sus entrañas una historia de amor y celos, de encuentros y desencuentros. La historia relata que uno de los primeros condes de Benavente, Alfonso Pimentel, se dedicaba con gran afición a la caza, olvidándose de los deberes propios de su feudo y de la atención que requería su esposa, Ana de Herrera y Belasco, algo más joven que él. Ante las quejas de los deudos del señor del castillo, la mujer decidió tomar las riendas de la administración de los terrenos, así como de las relaciones que debían llevarse a cabo con los feudos vecinos. Viéndose incapaz de hacerlo sola pidió a uno de sus pajes, un joven bastante despierto, que la ayudase en todas esas tareas, otorgándole plenos poderes, dándole, incluso, un anillo con las armas del condado para que fuese identificado como “principal del feudo”, nombrándole caballero. Pronto los comentarios sobre las relaciones que mantenía Ana de Belasco y el joven se fueron haciendo cada vez más venenosos, hasta el punto de que el conde, en un arranque de celos, al regresar de una de sus cacerías, hizo prender al caballero y colgarlo de una almena, sin escuchar a su esposa, que no hacía sino repetirle una y otra vez que lo que le habían contado eran mentiras y calumnias. Unos días después de la muerte del joven, Ana pudo demostrar a su esposo lo equivocado que estaba, y éste, arrepentido, hizo peregrinación a Roma, donde pidió confesión con el Papa, quien le impuso como penitencia que fuese a Compostela y que a su regreso a Benavente fundase un hospital para los peregrinos, el Hospital de Peregrinos de La Piedad.

Más curiosa es la Leyenda del Toro Enmaromado, que tiene su base quizás histórica, en la muerte del hijo único de una condesa de Benavente, por las cornadas de un toro bravo. Gonzalo era el hijo único de la condesa de Benavente, un joven de 19 años al que gustaba intervenir en el lanceado del toro a caballo. Un día que se realizaba una lidia en la dehesa del Pinar, próxima a la ciudad, pidió permiso a su madre para participar en la misma, tocándole en suerte el lancear y dar muerte a dos toros. Al primero lo lanceó perfectamente, consiguiendo levantar los aplausos de los allí congregados, pero el segundo arremetió con fuerza contra el caballo del muchacho, derribándolo, atacando a Gonzalo, quien fue corneado con saña por el astado, hasta el punto de causarle la muerte. La condesa ordenó a sus servidores que atrapasen al toro que había causado la muerte de su hijo, que le amarrasen con una larga maroma, y que le hicieran recorrer las calles de la villa golpeándole y apuntillándole cuando el animal cayese al suelo agotado por el esfuerzo. Posteriormente, y tras el entierro de su hijo, decretó que todos los años, en las vísperas del Corpus, en recuerdo de la muerte de Gonzalo, se hiciese recorrer por las calles de Benavente un toro enmaromado, dándole al final de la carrera, la muerte.

En el lago de Sanabria, actualmente parque natural en estas tierras, guarda leyendas en sus aguas, desde su aparición, hasta la existencia de un tesoro en uno de sus islotes, pasando por la misteriosa y trágica de la Inquisición. Existía en el lugar un pueblo, Valverde de Lucerna, situado a orillas del río Tera, en las inmediaciones del monte Suspiazo. Sus habitantes habían ido degradando, año tras año, su forma de vida, y los enfrentamientos entre ellos eran cada vez más frecuentes. Un día, Cristo decidió darles una nueva oportunidad y se presentó en aquellas calles vestido de peregrino. Puerta por puerta recorrió las diferentes casas pidiendo algo para comer, pero todo el mundo le negó la ayuda. Llegó hasta un horno al final de su camino, donde encontró a un grupo de mujeres que estaban amasando pan. Pidió ayuda, y éstas le indicaron que tan sólo tenían aquello que iban a preparar, pero que si esperaba unos minutos le darían uno de los panes. Arrojaron la masa al horno y esta comenzó a crecer, de tal forma que no podían sacarla por la boca y tuvieron que partirla, dándole el primer pedazo al peregrino, quien agradecido les aconsejó que abandonasen el lugar y que se refugiasen en lo más alto del monte, porque iba a ocurrir una desgracia. Ante la firme mirada del caminante, las mujeres no dudaron ni un segundo y dejaron atrás la panadería, a continuación el peregrino tomó su bastón y golpeando con fuerza en la tierra, invocó:

Aquí fico mi estacón,

aquí salga un gargallón,

aquí fico mi espada,

aquí salga un gargallón de agua.

Al instante, del suelo del horno comenzó a manar tal cantidad de agua, que en pocos minutos inundó el valle y tapó el pueblo, ahogando a todos sus vecinos a excepción de las mujeres que se habían refugiado en el monte, y así, de esta forma dicen, nació el Lago de Sanabria. Miguel de Unamuno en 1930 escribió su novela San Manuel Bueno, mártir inspirado en esta leyenda. La leyenda continúa diciendo que en el islote que existe, y que se conoce como de Las Moras, es el lugar donde se encontraba el horno, y que ha quedado sin sumergir para que todos los hombres recuerden lo que allí ocurrió.

Ese islote es también protagonista de otra leyenda, que enlaza con un palacete conocido popularmente como “La Casica”. En referencia a una construcción, centro de las correrías de los condes de Benavente, de Alcañices y del marqués de Santa Cruz.
En una disputa entre el de Benavente y los monjes de San Martín de Castañeda se levantó en el lago un tremendo huracán, con olas que chocaban con fuerza contra las paredes del palacete y que amenazaba con engullir la isla. Entonces el conde de Benavente, asustado, pensó que aquello sucedía en castigo por haber mantenido la disputa con los frailes, y prometió retirar el pleito, lo que hizo una vez hubo amainado el huracán. En las nuevas negociaciones con el monasterio, el conde cedió a los monjes la propiedad del lago, de la isla con su palacete y las pesquerías, mientras que él recibió las sierras comunales de Vigo, Ribadelago y San Martín.

Una vez concluida la permuta, los criados del conde se sublevaron, no se sabe a ciencia cierta la razón, y quemaron la casa, que quedó reducida a escombros. No obstante, es en ese preciso momento cuando comienza a labrarse la leyenda de que en la isla hay un tesoro escondido, pero por más que se ha buscado, jamás se ha encontrado.

Pero el islote tiene una segunda tradición, la que se genera en torno a los pasadizos que comunicaban el palacete con el Monasterio de San Martín de Castañeda. Según la creencia en la existencia de esos túneles, no descubiertos, durante la purga de la Inquisición, eran utilizados para trasladar a los sentenciados hasta Las Moras, donde eran ejecutados y posteriormente arrojados al lago.

Hasta que no aprendamos a convivir con ese vacío que nos ha dejado el dolor de la muerte
no aceptaremos su pérdida, los tiempos cambian pero la esencia de las costumbres perdura,
así pues siempre será posible rendirles un pequeño homenaje en el día de los Fieles Difuntos.

I - XI - MMXIV
El Día de Todos los Santos
20 Céntimos
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