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Ilusiones Renovadas

Un lugar donde la vista se pierde en el horizonte infinito, donde el cielo y la tierra se funden en impresionantes perspectivas surcadas por las suaves pinceladas del vuelo de las aves. Un lugar de tierra y adobe en el que robustos muros dan paso a acogedoras estancias cargadas de hospitalidad para el viajero que por allí pasa.

San Esteban del Molar

San Esteban, un municipio en la comunidad autónoma de Castilla y León, dentro de la provincia de Zamora, situado a 735 m de altitud sobre el nivel del mar y a 63 Km al noroeste de la capital de la provincia. En la comarca conocida como Tierra de Campos, entre Cerecinos de Campos y Benavente, a 12Km de Villalpando, Km 250 de la N-6 Madrid-Coruña. Clima continental.

Este pueblo de San Esteban del Molar es el primero, que se asienta en la orilla de la carretera de Benavente a Madrid, pasados los paradores de Castrogonzalo. La totalidad de su término municipal se integra dentro de la ZEPA Penillanuras-Campos Sur.

Si bien, se desconoce su origen, al estar situado en la calzada romana de Astorga a Cesaraugusta, es posible que la zona ya hubiese estado habitada en dicha época.

La fundación de San Esteban del Molar, se circunscribe dentro del proceso repoblador emprendido en la zona, por los reyes leoneses en la Alta Edad Media. Así, en el reinado de Alfonso IX de León, se recoge ya documentalmente la existencia de San Esteban del Molar, concretamente en una compra de terrenos, que hizo en la localidad la Orden de San Juan, en 1190. - «Un matrimonio, compuesto por Fernando Pérez y Auroduce González, vendió a los freires del Hospital, otra heredad en la villa de San Esteban del Molar, dentro del territorio de Benavente, por 40 áureos en 1190». | Centro de Estudios e Investigación "San Isidoro" (CSIC-CECEL), ed. El Reino de León en la Alta Edad Media. IX. p. 470.

Durante la Edad Moderna, San Esteban del Molar estuvo integrado en la provincia de León, tal y como recoge en el siglo XVIII Tomás López, en el mapa geográfico de una parte de la Provincia de León. No obstante, al reestructurarse las provincias y crearse las actuales en 1833, San Esteban del Molar pasó a formar parte de la provincia de Zamora, dentro de la Región Leonesa.

Al lado del pueblo discurrió la Cañada de Madrid, camino no sólo pecuario, sino también carretero, que comunicó la capital de España con Galicia. El itinerario más viejo pasó a escasa distancia de las casas. Como descansadero de ganados se habilitó por allí un amplio prado llamado el Sestil, del cual se conservan aún sus paredes de piedra.

Es un pueblo pequeño, pero su antigüedad se remonta a la edad media, siendo celebre en la zona de Tierra de Campos su molino, de donde probablemente le ha venido su sobrenombre.

Se cree que el apellido de esta localidad “Molar” proviene de algún notable molino que pudiera haber existido en el pasado, de hecho, las primeras noticias sobre el lugar que se remontan al siglo XII, citan un molino [Molar] el de San Esteban. Ya en documentos antiquísimos se destaca el molar o molino de esta población, que debió estar asentado junto a la carretera. A el acudían los labradores de Castrogonzalo, Cerecinos de Campos y sobre todo los de Fuentes de Ropel. Otra teoría se inclina porque el lugar fuera una cantera de donde se extrajeran muelas. Hoy, recordando los viejos tiempos, en las proximidades de la población se alza un silo de trigo de gran capacidad.

El conjunto de sus calles mantiene su carácter tradicional y campesino. La Iglesia de San Esteban Protomártir es el centro espiritual y físico de la localidad.

En el interior del templo, destaca el Santo Cristo de la Misericordia, imagen del crucificado inmensamente venerada. Destacan como elementos importantes los retablos que ocupan la cabecera, todos de transición entre el Rococó y el Neoclásico, y la monumental pila bautismal, adornada con gallones, y una gran cruz griega en la parte frontal, rodeada de otras cuatro más pequeñas, muy resaltadas sobre el fondo pétreo.

En el siglo XVII, la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir, se encontraba en mal estado y fue reedificada abriéndose capillas laterales, dos en cada tramo y lado, excepto en el inmediato al ábside, que solo se hizo una. Estas capillas se comunican entre sí y con la nave principal, por eso tiene la apariencia de tener triple nave. La iglesia se ilumina con ventanas de medio punto abiertas sobre los contrafuertes exteriores. Tiene coro elevado en los pies sobre bóveda estrellada rebajada. La torre, mudéjar de dos cuerpos, fue terminada, como toda la obra, en 1679. Recientemente se restauró el exterior y la torre.

La parroquia de San Esteban era de patronato laical. Los diezmos de la misma se repartían entre el Marques de Astorga, señor de la villa y entre el Cabildo de la Catedral de León. Las tierras estaban en régimen de encomienda. Al ser del Señorío del Marques de Astorga, que era familia noble de los Osorios, estaba entroncada con el señorío de Valencia de don Juan, Valderas, Villalobos, Ponferrada, Tábara y Villafranca del Bierzo. Esta situación duró hasta la extinción de los señoríos, en el siglo XIX, y la creación de la provincia de Zamora, en la que se integró.

Las Cofradías de Santa Cruz y de San Adrián fueron fundadas en el año de 1678. Existieron numerosas capellanías, destacando las de: La Quinta Angustia Mayor, Quinta Angustia Menor, San Miguel, Nuestra Señora del Rosario, Santa Catalina y San Roque.

Como antiguas costumbres típicas locales, destacar la crianza del llamado “cerdo de San Antón”, que se criaba con la ayuda de todos los vecinos y se subastaba el día de la fiesta del Santo en el mes de enero. Existía en el pueblo un corral denominado del gallo. En el año 1901 todavía existía la denominada ofrenda de la cuba y la bodega llamada de los misereres. El intercambio parroquial ere frecuente, pues en los libros de la parroquia se indican las relaciones cordiales existentes con las de Valdescorriel y Villalobos, que tenían por titulares a San Félix y San Pelayo.

Una costumbre singular del pasado fue la asistencia obligatoria a Vidayanes de un vecino de cada casa el día de San Marcos. Se iba procesionalmente, en rogativa y las gentes del pueblo anfitrión salían a recibir a los visitantes.

De entre los testimonios importantes de la historia local, tiene un especial interés una piedra cilíndrica colocada en unos jardinillos en lo que antes fue el Reguero. Se le conoce con el nombre del Rollo ya que es la función que debió de desempeñar. Quizás fuera el símbolo del señorío ejercido por los Marqueses de Astorga sobre la Villa. El monolito carece de cualquier detalle o expresión artística. Poseyó otras partes altas más significativas que desgraciadamente se perdieron.

Famosa fue la Piedra Hincada que aún permanece, aunque caída sobre un cerro contiguo a la carretera de Villalobos. Debió señalar la linde con tierras de ese vecino pueblo.

Hacia Vidayanes se localizan los terrenos yermos de otro pueblo que existió en el término. Pueblo o Aldea que quedó despoblada a lo largo del S.XVI, del que apenas si queda el recuerdo, se denominaba Villanueva la Seca.

En tierras que se designan con el nombre del Torrejón se identifican los solares de Villanueva la Seca, dónde se asentaron sus edificios más importantes. En ese paraje es muy conocida la fuente del Pimpín.

Todavía en nuestros días, en el pago llamado el Torrejón, las gentes identifican los lugares donde se asentaron distintos edificios y enclaves del perdido poblado, como la iglesia, la fragua, la plaza o el cementerio.

La primera mención de lugar es de 1017 y la última cita es de 500 años después, de 1527. Sería poco después cuando hubo de perder todos sus vecinos, para pasar a ser un yermo más de los muchos que abundan en la zona.

Los cistercienses del Monasterio de Moreruela dispusieron de propiedades aquí. Queda constancia de una donación otorgada a esta abadía en 1204, por el noble Fernando Fernández y su esposa, María, con intenciones de donar fondos para la construcción de la iglesia monacal. En ella se otorgaban otros cuantiosos bienes. Hacia el 1200 los componentes del linaje Alfonso tenían haciendas en este lugar.

A partir de la repoblación tras la reconquista de estas tierras por las tropas cristianas, se cita, en el libro referente al Convento de Santa Cruz de Villalobos, que ya en el año 1384, existían el pueblo de San Esteban del Molar y Villanueva la Seca. En él se dice así: “Fundado (el convento de Villalobos) en 1384 por don Fernando Rodríguez y su esposa doña Inés de la Cerda, hija de don Alfonso, le otorgaron el 20 de diciembre del referido año la cantidad de 13.000 cuartos de viñedo, 50 cargas de trigo, que tomaron los fundadores de San Esteban del Molar y Villanueva la Seca, 200 maravedíes para carne, pescado y vestuario de monjas en números de 12 y la abadesa en el Burgo, camino de Velilla, donde llaman corredera y sus palacios para convento.”

Otra noticia que ha perdurado es la que señala que en 1474 la cofradía de Sancti Spíritus de Villalpando, arrienda de por vida a Alfonso Pérez de Cerecinos ciertas tierras que aquí poseía.

En 1751 con el Catastro del Marqués de la Ensenada se pone en conocimiento que ya no existían vecinos en el despoblado y que existía una taberna, en tierras de realengo asignada a particulares. Este despoblado pertenecía entonces a la Marquesa de Astorga y que esos terrenos entonces contenían campos de cereales y viñas.

Otros despoblados se recuerdan en el término, por el libro de apeos de la parroquia sabemos, que este pueblo tenía una serie muy importante de ellos, pues en él se citan los de Villanueva la Seca, San Adrián el Viejo, del Camino Real, despoblado de San Roque y despoblado del Nial.

En el pasado reciente fue famoso el paraje llamado El Novenario. En él existían nueve árboles que fueron quienes le dieron el nombre.

Por otra parte al igual que en toda la comarca, los palomares presentan formas realmente hermosas. De ellos todavía perdura algún ejemplar bien cuidado.

Muy importante fue siempre La Huerta los Cojos, situada en La Huerga. Contaba con una noria con la que se extraía agua del pozo. De los veneros que abastecieron al vecindario se recuerda el pozo del Higo y el Pozo Bueno, que era el preferido para beber.

San Esteban del Molar tiene dos fiestas principales, una es la de las Candelas, que se celebra el 2 de febrero, fue en tiempos la fiesta grande del pueblo, cuando se sacaba a la Virgen en procesión portando una vela de cera encendida entre las manos.

Otra la del Santo Cristo, “El Cristo de la Misericordia”, que se celebra en el 17 mayo, en las vísperas de cuya festividad se celebran novenas. Esta es la fiesta llamada del voto, una fiesta ya centenaria en agradecimiento al Santo Cristo. En 1876, ante una crítica situación de sequía, se hicieron rogativas al Santísimo Cristo de la Misericordia, produciéndose el milagro de una copiosa lluvia el 17 de Mayo.

Desde entonces todos los años el tradicional “Voto de Villa” se ha leído, en el atrio del templo a la salida de la Misa Mayor, el día del Cristo estando atento a la lectura todo el vecindario, un día lo hizo el ayuntamiento y se renueva todos los años. El voto del Cristo, ha estado siempre colocado a los pies del altar del Santo Cristo en el templo parroquial.

Este género de votos es muy común en los pueblos de la tierra de Campos, así como las rogativas y bendición de los campos.

Recientemente, a mediados de agosto se organiza una Semana Cultural, después de Nuestra Señora, conocida como la Fiesta del Trillo.

Como pueblo asentado en la tierra de Campos y como muestra de lo que fue esta tierra en pasadas centurias, tiene aún hoy, un muy reducido conjunto de bodegas y paneras inmensas, donde los labradores recogían sus cosechas abundantes y donde dormían los buenos vinos de la tierra en cubas inmensas.

Hoy todo lo indicado se lo llevo la historia y los adelantos en la agricultura.

La principal riqueza de sus habitantes proviene del sector primario, adaptado al terreno y al clima de la comarca, destacando en la agricultura los cereales, desapareciendo por completo en los últimas décadas la vid y los forrajes.

En la localidad de San Esteban del Molar se conservan vestigios de una supuesta vía romana que podría formar parte de un trazado paralelo a la que hoy es conocida como Ruta de la Plata y que atraviesa la península de norte a sur. Unos restos que se corresponde con la manera de hacer los muros que tenían los romanos, piedra a piedra, con unos tramos en horizontal y otros en vertical. Este tramo podría ser la auténtica Vía de la Plata, tesis cada vez más defendida, en función de los descubrimientos que se vienen haciendo el último decenio.

Las calzadas, destinadas a formar la espina dorsal de la infraestructura viaria romana, fueron caminos carreteros para permitir el tráfico rodado y el desarrollo de comercio global al posibilitar el transporte continuado de ingentes cantidades de mercancías en uno y otro sentido. En San Esteban del Molar y Vidayanes, siguen existiendo vestigios de esta red que continúa desapareciendo «porque se van retirando las piedras que se utilizaron entonces en su realización y amontonando».

Fue a través del programa SIG (Sistema de información geográfica), cuando se tuvo el conocimiento geográfico y la cartografía de esta supuesta red viaria de la meseta septentrional de la Península Ibérica durante la edad antigua. Ante los hallazgos encontrados y ya in situ, se puso en contacto con responsables de la Junta para darles cuenta de los mismos quienes, se desplazaron con prontitud a los puntos donde se podía apreciar restos del posible trazado, pero los echaron en el olvido «sin dar explicación ninguna». Los responsables del proyecto califican de error de interpretación la existencia de una calzada romana en el lugar. Ante la falta de conocimientos y métodos científicos, es a los responsables de la Junta de Castilla y León a quienes le compete dar veracidad o no a estas hipótesis.



Y es que en Tierra de Campos, se produce una extraña simbiosis entre una naturaleza llena de vida y el trabajo de sus gentes en las labores agrícolas, fundiéndose en un todo que nos lleva a un tiempo en el que la armonía entre hombre y naturaleza era total y que afortunadamente, aquí se mantiene inalterada.



Su arquitectura, su gastronomía, sus fiestas y tradiciones, su entorno natural… son evocadoras muestras de un lugar que todos tenemos en nuestro recuerdo porque lo hemos vivido en nuestra infancia o hemos oído a nuestros mayores hablar de él, y que gracias a esa lejanía del industrioso mundo de las grandes ciudades y a iniciativas de desarrollo rural está presente y salvaguardado para que también lo disfruten las generaciones venideras.


SE HACE SABER QYE EN ESTA CASA VIVE
UN COMEDIANTE
CVYO OFICIO REPVDIAN CLÉRIGOS E SOLDADOS;
ENOJA A POLÍTICOS Y VSVREROS,
ABJVRAN ESCRIABANOS E FIJOSDALGOS,
PORQVE SV BOLSA ES ENDEBLE, SV VERBO MALIGNO,
Y SE ACOMPAÑA DE POETAS E OTROS MENESTEROSOS
QVE DICEN UIVIR DE SVS ARTES MALSANAS,
PORQVE NO HAN DE RENTAS.
QUEDA ADVERTIDO.












Yo venía como simple invitado,
Pero por eso de que dónde
va el buey que no are,
“Ea”



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