Oh glorioso San Antón, tú que eres Santo y Bendito, yo te quisiera contar, lo que paso a mis amigos.
A mis amigos les pido, pongan atención al evento, haber si os arrepentís y esto sirve de escarmiento.
Yo lo siento compañeros, teneros que traer aquí, el caso no es para menos, se lo voy a referir.
El día de todos los santos, día de poca diversión, en este lugar sagrado, estuvieron de reunión.
Esperando por Crescencio, que en Castropepe se hallaba y puestos todos en corro, de las jóvenes hablaban.
Unos dicen: “Las hay guapas”, Jesús y Ángel “que eran feas”, pero Alejandro les dijo: “Yo pienso casarme fuera”.
Por que las chicas de aquí, tienen muchas ilusiones y más vale que algún día, no aparezcan otros hombres.
Pues dejemos este punto, que si no, no acabaría y hablando de guapas y feas, faltas a todas pondrían.
Cerca de la puesta del sol, se presento el que esperaban. ¿Como has venido tan tarde? Los demás le preguntaban.
He reñido con el amo, no me ha querido pagar y si os digo la verdad, hasta que me quiso pegar.
Hoy va a estar el día de asares, a Crescencio le dijeron y por ser el Día de los Santos, no sé como acabaremos.
Isidro Fernández Torio San Esteban del Molar 17-01-1953
|
Desde este lugar se fueron, derechos para el café tan pronto como llegaron, estos querían beber.
Unos decían que anís y los otros que coñac hasta que el camarero Francisco, ya le hacen renegar.
Les mezclo de varios vinos, con un litro de aguardiente y de esta forma pusieron, las cabezas bien calientes.
El primero que bebió, fue Eulogio, que aquí está, se trincó un litro de un trago, a continuación bebió más.
En otro segundo litro, Jacinto le acompaño y esperando por las sobras, también este se lo metió.
Todos los demás también, a desafío bebieron, para terminar el vino, que les sirvió el camarero.
Tienen fama de beodos, y yo creo que es verdad, porque todos los domingos, beben igual cantidad.
Estos ocho muy alegres, se pusieron a cantar, quiere echarles Baldomero, se le niegan a pagar.
A fuerza de varios ruegos, una rebaja les hizo, que bebieron siete litros, no les cobra más que cinco.
Acaban de liquidar, se salen para la calle, dieron tres vueltas al pueblo, pues no veían a nadie.
Camino a la carretera, se encuentran con siete chicas, de la cual a la más linda, era toda la cuadrilla.
Tan pronto como las vieron, a ellas ya se dirigían, estas echan a correr, se meten en casa de Cecilia.
Eulogio entró detrás de ellas, a darlas conversación y cuando estaban sentadas, este la luz apagó.
|
En esto mangan los bancos y mal consiguen echarle y cuando estaban a la puerta, pues pasó el Señor Alcalde.
Le arrimó unos garrotazos, Eulogio corre que corre, el hombre pedía auxilio, pero nadie le socorre.
Los amigos eran muchos y todos llenos de miedo, estos echan a correr, el buen Zósimo iba el primero.
Al cumbre del Señor Guillermo, allí fueron a parar, donde el famoso Eulogio, en esto se pone a llorar.
Tú la has mangado llorona, Venerable le decía, sino sabes porque lloro, es que me duele la barriga.
Todos los demás también, a Eulogio le dijeron, mañana por ser domingo, en el calabozo nos vemos.
¡Entonces Eulogio contesta! Mañana por la mañana, antes de que salga el sol, en casa del Señor Alcalde, voy a pedirle perdón.
Para que todos vosotros quedéis libres de este caso y me quede a mi encerrado, o me de otros garrotazos.
Pero llegó el día siguiente no cumplió lo prometido, este marchó a Villalpando por estar todo aturdido.
Me despido de ti Antonio, no te quiero molestar que a mis amigos protejas, no les dejes emborrachar.
Y también te pido Antón, la licencia o la salud, para este pobre animalejo (su yegua) pues si tú no te interesas, pronto perderá el pellejo porque la pobre ranquea de todos los cuatro remos.
Me despido de ti Antón, hasta el año venidero y ahí te envío unas perrillas, para que compres un sombrero.
¡VIVAN MIS OCHO AMIGOS! Alejandro, Ángel, Crescencio, Eulogio, Jacinto, Jesús, Venerable Y Zósimo.
|