AQUELLOS SONIDOS

¿Quién no recuerda aquellos sonidos de nuestro pueblo?

¿Quien no recuerda aquellos sonidos de nuestro pueblo?

En las noches serenas de verano se escuchaba el croar de las ranas de “La Laguna” y "El Barrero", coral a múltiples voces que daba sesiones hasta bien entrada la noche.

En las silenciosas noches del crudo invierno, el canto de la coruja desde la torre de la iglesia, nos hacía pensar en extraños presagios.

El ruido de los coches que circulaban por la carretera de Madrid, a intervalos a veces poco frecuentes, nos anunciaban, según la opinión de los viejos, una inminente lluvia.

Los pájaros que en nuestra jerga llamábamos pernil, nos indicaban la proximidad de su nido con su insistente ¡pernil¡ ¡pernil!.

El eco del canto del picocarpintero que retumbaba en los árboles de la alameda de Marcelo.

Los cencerros de las ovejas atravesando las polvorientas calles que se perdían en la lejanía.

El traqueteo de aquellos carros, que eran una maravilla artesanal, obra de los hermanos Luis Martínez "El Artista" y Jacinto Martínez.

Los secos e insistentes golpes de la maza contra el yunque que salían de la fragua de Vicente " El herrero".

Las voces de aquella madre que con una vara de mimbre bajo el mandil llamaba a su hijo en actitud amenazante.

El murmullo del agua que los días de lluvia discurría por debajo del antiguo Pontón del Reguero.

El tran, tran, de las aventadoras, en la época de limpias.

El canto de los grillos en la época de la cosecha.

El ki-ki.ri ki de los gallos rompiendo el silencio de la madrugada.

El espontáneo e inesperado lamento del burro que "rosnaba".

El relincho lejano de mulas y caballos que acudían ansiosos al pilón que Picalías cuidaba con generosa dedicación.

El ritmo lejano de la música que desde el salón de Baldomero nos animaba a acudir al baile.

El repiqueteo de las campanas en los días de fiesta.

Su triste sonar en los días de difuntos.

La cigüena que desde lo alto de la torre "machacaba el ajo".

El hondo lamento de la vaca que mugía.

La alegría que contagiaban los cánticos del señor Teodoro cuando paseaba por las calles entonando el pasodoble "Francisco Alegre".

Claudio.
Un saludo a todos.

"El valioso tiempo de los maduros".

Mensaje de Mario de Andrade
Beethoven: Sonata Luz de Luna.

"El valioso tiempo de los maduros." Mensaje de Mario de Andrade.
(Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás..."

Mario de Andrade

Francisco Alegre

En los carteles han puesto un nombre
Que no lo quiero mirá:
Francisco alegre, ¡y olé!
Francisco alegre, ¡y olá!
La gente dise: vivan los hombres,
Cuando lo ven toreá.
Yo estoy resando por é
Con la boquita serrá.
Desde la arena
Me dise: niña morena,
¿Por qué me lloras,
Carita de emperaora?
Dame tu risa, mujé,
Que soy torero andalú
Y llevo ar cuello la crú de Jesú
Que me diste tú.

ESTRIBILLO:

Francisco Alegre, corazón mío,
Tiende su capa sobre la arena del reondé;
Francisco alegre tiene un vestío
Con un te quiero que entre suspiros
yo le bordé
Torito bravo, no me lo mires de esa manera
Deja que adorne tus rizos negros
con su montera
Torito noble, ten compasión,
Que entre bordaos,
lleva enserrao,
Francisco alegre, y olé,
Mi corazón

En mi ventana tengo un letrero
Pa que lo venga a mirá:
Francisco alegre, ¡y olé!
Francisco alegre, ¡y olá!
En er que dise cuánto te quiero
Pero que pena me da...
Por curpa de otro queré
No nos podemos casá
Desde la arena
Me dise: niña morena,
¿Quién te enamora,
Carita de emperaora?
Ya no te acuerdas mujé,
De este torero andalú
Que lleva al cuello la crú de Jesú.
Que me diste tú.

ESTRIBILLO:

Autor: Quintero / León / Quiroga


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