El pariente pobre de la democracia.

No puede haber una verdad que silencie el dolor ajeno.
«Pan para todos»
Mayo de 1863
«Para que llegue a conocimiento de nuestros lectores y como testimonio de aprecio, publicamos a continuación los servicios últimamente prestados por la Guardia Civil: 9º Tercio.- Provincia de Zamora.- Puesto de San Esteban del Molar.- Por los guardias primero y segundo Clemente Bernardo y José López García, fueron capturados el día 11 del actual Domingo Miranda, natural de Llanes (Oviedo) y Amaro de Otero, vecino de Celevalente, provincia de Orense, ambos autores de un robo de 308rs. Verificado en despoblado a Ángel Muñoz, rescatando 240 que fueron devueltos a su dueño y los reos entregados al juez de primera instancia de Villalpando.»
Martes 26 de Mayo de 1863
Clamor público - edición Madrid - Periódico del Partido Liberal.


Octubre de 1870
El campo era más fuerte que el campesino a quien el pienso falta y resultaba vencido. La precariedad económica no es algo novedoso P. Carasa ya señaló que “en muchas ocasiones padecía más agobios sociales y necesidades económicas un pequeño propietario o un arrendatario castellano que un pobre de solemnidad". Entre tanta penumbra habían perdido la ilusión, #indignados por tanta miseria por "una fiscalidad justa", se registró un motín en 1870, importante en la época pues así lo recogen los periódicos más importantes de la nación. Gil Blas periódico satírico.
[...]En San esteban del Molar hubo hace tres días, el sabado 8 de octubre un motín por mor de las contribuciones.[...] Parece que los jefes del movimiento eran dos presbíteros; «ya me figuraba yo que andaría el diablo en ello.»[...]

«Ayer hubo un pequeño alboroto en San Esteban del Molar, provincia de Zamora por negarse a pagar los impuestos. Parece de dos sacerdotes capitanearon el motín. El Gobernador, el Juez de Villalpando y fuerza de la Guardia Civil, salieron para aquel punto.»
Domingo 9 de octubre de 1870
Correspondencia de España, n. 4702, página 3. La Correspondencia de España.
Diario universal de noticias. Eco imparcial de la opinión y de la prensa Madrid.


«La cuestión de impuestos produjo el sábado un serio alboroto en San Esteban del Molar, pueblo de la provincia de Zamora. Una parte importante de vecindario, capitaneada, á lo que se dice, por dos sacerdotes, se negó resueltamente a aceptar los impuestos acordados, promoviendo un escándalo que solo la enérgica actitud de las autoridades fue suficiente a reprimir, además de la presencia de alguna fuerza de la Guardia Civil que acudió en el momento mismo en que tuvo conocimiento del suceso. El Gobernador de la provincia y el Juez de partido se personaron también en el expresado pueblo, procediendo a la detención de varios individuos y al la instrucción de las diligencias correspondientes.»
Madrid lunes 10 de octubre de 1870
La Época - Periódico Político y Literario.


«El Juez de primera instancia de Villalpando, acompañado de la Guardia Civil había salido el domingo último para San Esteban del Molar, en cuyo pueblo tuvo lugar el alboroto por no aceptar los impuestos acordados por el municipio.»
Miércoles 12 de octubre de 1870
Correspondencia de España, nº. 4705, página 2. La Correspondencia de España.
Diario universal de noticias. Eco imparcial de la opinión y de la prensa Madrid.


Noviembre de 1881
«El Gobernador de Zamora ha nombrado un delegado para que pase a San Esteban del Molar a examinar sus cuentas municipales, no presentadas hace algunos años.»
Domingo 13 de Noviembre de 1881
La Iberia.


Los trabajadores seguimos siendo el pariente pobre de la democracia.

Aunque eran propietarios también pasaban necesidades, los medianos y pequeños campesinos, el labrador «de buen pasar» tiene varias yuntas, varios criados y busca el apoyo de su labor en una cabaña lanar, con uno o varios pastores.

En el siglo XIX, era todavía un espectáculo ver subir, entre mayo y junio, por las cañadas, verdaderas caravanas de merina trashumante polvo, ruido de cencerros y broncos ladridos de mastines, que en octubre bajaran a Extremadura. Al frente el mayoral que se ocupaba de arrendar pastos, fijaba el salario de los pastores, disponía las marchas y descansos.

La estampa de los gallegos, sobre todo llegando en trenes o descalzos por estos caminos era clásica del verano castellano. Trabajan de sol a sol, con algún descanso para almuerzo y comida, su salario apenas alcanza para alquilar una vivienda miserable y en invierno no les permite más que una alimentación insuficiente, víctimas de la anemia y enfermedades infecciosas.

Durante la sementera y la recolección, los salarios solían duplicarse o triplicarse, respectivamente. La cuantía del jornal dependía del tipo de labor los mejores pagados eran los segadores, les seguían vareadores y trilladores, porteadores y recogedores.

Los trabajadores agrícolas dependían de la forma y duración del contrato, del tipo de trabajo, edad y sexo, si podía aportar o no animales o aperos y de la estación agrícola. El criado de labor, obrero agrícola con trabajo permanente, era quien se encontraba en una situación más favorable.. El criado de labor podía o no tener una tierra en usufructo que le otorgaba el dueño «senara» o una parcela «a la media» con el amo. Y el pastor o el vaquero podían solicitar apacentar sus propias reses «la excusa» con las del amo o, de no tenerlas traer las de sus parientes en aparcería. El criado a veces, invertirá sus primeros ahorros en obtener casa propia, pero en general una manutención decente, techo y asistencia médica corrían por cuenta del amo como parte del salario.

La situación de los jornaleros, trabajadores agrícolas eventuales era más precaria, condicionados por el paro estacional, procuran salvar el invierno con trabajos esporádicos. Podía percibir un salario en metálico o en especie; incluirse o no la manutención, podía además ser contratado con o si yunta, solo o junto con su mujer e hijos «apañiles» quienes se empleaban en labores menores del campo como escardar.

En la década de los sesenta, la introducción del préstamo hipotecario y el Monte de Piedad constituyen adelantos aunque no pudieron aliviar la desesperada situación y extremada pobreza del labriego castellano, incapaz de pagar gastos de titulación, la mitad de las fincas estaban sin registrar, abundaban los testamentos ocultos, incapaz de cumplir un plazo; dando lugar a un interés de usurero oculto en la cantidad que, nominalmente aparecía como prestada o «como pacto de retro o venta de gracia»; la finca quedaba en poder del deudor a titulo de un arrendamiento que, en realidad, representaba el interés de la cantidad prestada, el incumplimiento del pago significaba que la propiedad quedaba en manos del usurero.

Evolución de la población 1900-1920
  Municipio 1900 1910 1920
  -Otero de Sariegos 158 162 133
  -Quintanilla del Olmo 255 257 248
  -Prado 282 285 297
  -Villar de Fallaves 368 345 323
  -Vidayanes 329 326 333
  -San Agustín del Pozo 303 330 341
  -Villárdiga 462 532 481
  -San Martin de Valderaduey 638 558 494
  -Vega de Villalobos 514 504 560
  -Quintanilla del Monte 511 565 600
  -San Esteban del Molar 639 628 627
  -Tapioles 695 744 701
  -Cotanes del Monte 729 704 715
  -Valdescorriel 740 763 718
  -Revellinos 747 780 781
  -Castronuevo 886 929 893
  -Cañizo 978 998 1050
  -Villalobos 1142 1092 1062
  -Castrogonzalo 1058 1002 1071
  -San Miguel del Valle 981 978 1133
  -Belver de los Montes 1311 1252 1269
  -Fuentes de Ropel 1259 1288 1308
  -Cerecinos de Campos 1602 1338 1338
  -Villafáfila 1561 1538 1593
  -Castroverde de Campos 1690 1742 1596
  -Villarrin de Campos 1583 1572 1654
  -Villamayor de Campos 1986 1827 1726
  -Villanueva del Campo 2829 2596 2568
  -Villalpando 3165 2945 2883

La principal causa del primer éxodo rural español fue la caída de los precios del trigo durante la segunda mitad del siglo XIX. A este hecho se unió el menor coste del transporte con el desarrollo del ferrocarril y el barco a vapor. La pérdida de competitividad de los trigos españoles se equilibró con una dura política arancelaria que, junto a la depreciación de la peseta, permitió retener a la población española en el campo. Pero cuando la peseta se recuperó en los primeros años del siglo XX, las zonas cerealísticas, como Tierra de Campos, se vieron indefensas ante la baratura de los trigos exóticos, potenciando la emigración. La falta de rentabilidad de la producción de trigo provocó un descenso de las extensiones de terrenos dedicados a su cultivo, menor necesidad de mano de obra y, por consecuencia, que las clases populares acudieran a la emigración como último recurso para asegurar su subsistencia.

A pesar del alarmismo de los regeneracionistas, la emigración de principios del siglo XX no se puede comparar al éxodo masivo de los años sesenta. Era una comarca sumergida en una profunda crisis económica, ya que su principal sector económico −el cultivo del trigo− estaba en declive; y una crisis social, con una gran masa de campesinos empobrecida y víctima de la miseria, muchos de los cuales no tuvieron otra alternativa de subsistencia que la emigración.

El pueblo era una comunidad cerrada, se consideraba "extranjero al del pueblo vecino". El sistema de valores y costumbres tradicionales pervivían de manera considerable, los delitos de honor eran más frecuentes que los cometidos contra la propiedad, exceptuando pastoreo abusivo en tierras del común. El clero no gozaba de tanta influencia como en País Vasco o Cataluña, pero era mal mirado el que dejara de cumplir con los deberes de la iglesia. Para los contratos bastaba la palabra, la fama y el buen nombre. A los trabajadores se les explotaba, pero también se les consideraba como de la familia, todos vigilaban lo de todos.

Quien mejor que la pluma Julio Senador Gómez. para ilustrar, la estructura social de la comarca. Quien en 1915 público, Castilla en Escombros: las leyes, las tierras, el trigo y el hambre; Los derechos del hombre y los del hambre.

"Vamos a examinar la situación mental en que se encuentra nuestra población campesina por culpa de los obligados a educarla que, en lugar de dedicarse a eso, se han dedicado premeditadamente a embrutecerla para tenerla más sumisa.

[...]Prescindiendo del aspecto político, puesto que la cuestión constituyente no se ha de resolver en mucho tiempo, conviene saber que la población castellana se divide y subdivide en los siguientes grupos, inconfundibles y al mismo tiempo radicalmente incompatibles.

Primer grupo.- Jornaleros: subdivido en otros tres: 1.º los que tienen un seguro, es decir, jornal diario en punto fijo. (Estos son la aristocracia); 2.º los del medio seguro, es decir, los que trabajan siempre para la misma casa cuando se necesita de ellos; y 3.º los de jornal eventual, es decir, la plebe jornalera, que vive trashumante; realiza emigraciones periódicas a las minas; y cuando vuelve de Bilbao gasta bombachos azules, no se quita ya la gorra al pasar las procesiones, y usa armas de fuego sin licencia.
Segundo grupo.- Arrendatarios subdividido en otros tres: 1.º enfiteutas, los cuales procuran por todos los medios imaginables arbitrar algún recurso para no pagar el canon (en lo cual les alabamos el gusto); 2.º arrendatarios con escritura pública, que se hacen tan soberbios como si hubieran echado ya un clavo a la rueda de la fortuna; y que se envanecen de haber engañado al señorito de la ciudad con lástimas fingidas para sacarle la tierra barata, y 3.º los arrendatarios a corto plazo y sin escritura, que, cuando son interrogados sobre sus opiniones políticas, responden con plena convicción: “Yo soy de los de don Sisebuto” (el arrendador)
Tercer grupo.- Propietarios: subdivididos en otros dos: 1.º el de los que no deben; grupo ambicioso, peligroso y orgulloso porque se considera, en relación con los demás a tanta altura como las cumbres del Chimborazo, y 2.º el de los que deben; los cuales miran a todo el mundo con temor, porque están siempre esperando alguna injuria.
Cada uno de estos últimos sub-grupos se subdividen a su vez en otros dos: A. El de los que viven acosados por un conjunto de hijas relacionadas entre sí y derivadas de idénticos principios; que desprecian al Médico porque no tiene más que el bastón, pero que aspiran, cada una por su cuenta, a casarse con el Médico, porque es el único modo de ser señoritas; y B. El de los que se arruinan haciendo un sacrificio para que sus hijos sean más que nadie cuando vuelvan de la Universidad.
Cuarto grupo.- Arrendadores; o meteoros luminosos; que aparecen a principios de verano, con objeto de dar un vistazo, y desaparecen de allí a poco para sumergirse de nuevo en la ciudad.
Quinto grupo.- Industriales; gente, por lo general, laboriosa, económica y útil, que practica el ahorro y hasta es capaz de ayudar a un amigo; y
Sexto grupo.- Neutros; subdividido en otros cuatro:: 1.º Mamíferos; que carecen de modo de vivir, juegan para ganar y buscan por todos los medios ser elegidos de Ayuntamiento por si hay untamiento, que es como decir, que si se topa con las ubres de alguna lámina del pueblo a la que se piensa ordeñar para ir pasando; 2.º Aves; que son de tres clases: nocturnas o rondadoras de solteras frágiles; de rapiña: que son el prestamista, el procurador de la parte contraria y el agente ejecutivo; y de mal agüero: que son la tía de las risitas dulces que saca los cantares, el enterrador, el alguacil, el administrador del señorito y los investigadores de la Hacienda; 3.º Reptiles; que babean tras el cacique solicitando protección o empleo, y 4.º Peces: que saben nadar entre dos aguas para mantenerse a igual distancia de todos los partidos beligerantes y aprovecharse de cualquiera de ellos cuando se presenta la ocasión, pues también carecen de otro oficio conocido. Y, sobre todo esto, una nube de mendigos (animales parásitos)» [...]

“La violencia en la España del XIX todavía permanece extendida por todo el cuerpo social; la agresividad no ha sido confiscada por el Estado y sus instituciones […] El concepto de honor y la respuesta personal a las ofensas al prestigio, propio de sociedades preindustriales, con intercambios y acumulación de bienes escasos, mantiene altos índices de violencia interpersonal”

La verdadera cara de la violencia campesina que se manifiestan entre 1900 y 1920 fue la reyerta provocada por conflictos personales surgidos en las relaciones sociales de la vida cotidiana. La violencia fue utilizada como un instrumento, extremo, de resolución de esos conflictos que surgían dentro de la comunidad. En los inicios de la década de los años 20 del pasado siglo, los campesinos todavía mantenían una cultura de la violencia muy cercana a la que dominó en el Antiguo Régimen.

La agitación social que se manifestó en el campo tuvo un importante eco en una comarca rural a cuyos habitantes se les calificó durante décadas, de ignorantes y sumisos. La violencia que se ejerce en los últimos años de la Restauración más que una lucha de clases, envuelve otros aspectos de carácter cotidiano, cultural, visiones alternativas del mundo y sistemas de valores extraoficiales podían sostenerse y afirmarse en contra de culturas dominantes, circunstancias materiales, modos de vida, valores y experiencias de la gente corriente. Dentro de estas acciones de resistencia individual con y sin violencia, multitud de pequeños actos delictivos anónimos donde se entrelazan, las ventajas inmediatas que reporta a la economía familiar y, resistencia del campesino hacia las normas que afectan a la vida local impuestas. En los actos violentos no vemos una conflictividad de clase, si una conflictividad individual, de carácter personal y vecinal. Sin olvidar el concepto que un campesino podía tener de la autoridad, de un guarda del campo, un sereno o un vigilante de consumos y que no debió ser distinto del que tenía de cualquier otro vecino. Teniendo en cuenta que esos cargos eran ejercidos por miembros de la comunidad de forma asalariada, que anteriormente podrían haber ejercido actividades laborales, e incluso delictivas, similares a la de cualquier otro jornalero y que desde la posición de su nuevo trabajo le tocaba ahora reprimir.

A través de Sentencias del Archivo Histórico Provincial de Zamora, encontramos casos, de reyertas o agresiones que producen lesiones de cierta consideración, violencia intimidatoria, como son los actos de amenazas e injurias, coacción en aquella sociedad rural tradicional en la que no sólo tenía suma importancia la defensa física de los familiares, sino también la moral, la de su buen nombre, originándose por esta razón disputas, como el caso de Simón Centeno, jornalero de San Esteban del Molar, que tuvo noticia de que el joven Felipe Rodríguez “se había expresado en términos ofensivos para el honor de su hija Manuela, con quien, él mismo había tenido relaciones amorosas”. En este contexto, el 1 de junio de 1903 Felipe tuvo una primera cuestión con otro hijo de Simón, de tal modo que, al encontrarse éste con aquél en la noche de ese mismo día, y tras unas palabras malsonantes, Simón acometió con una navaja a su contrincante, hiriéndole en el costado izquierdo.

Martes 26 de Mayo de 1863
AHPZ, Sentencias criminales, año 1904, nº 38.


Hay enfrentamientos derivados de conflictos entre familias, pero debido a las peculiaridades que adquiere este tipo de violencia, habitualmente realizada en condiciones de privacidad y ocultamiento. También se sucedieron conflictos en los lugares de trabajo, como eran las eras. En otras ocasiones la violencia era utilizada para defender la propiedad ante la acción de los ladrones.

También fueron comunes las reyertas que tuvieron su origen en discusiones producidas en los principales espacios públicos, esta mentalidad violenta queda reflejada en la presencia y utilización de armas, tanto blancas como de fuego. Las riñas entre grupos de mozos de pueblos vecinos, de esta época seguían siendo, al igual que ocurría en época moderna, “el «fer de lance» del patriotismo de la aldea”. Las reyertas de este tipo eran principalmente originadas en locales que imponían sus costumbres y normas a jóvenes visitantes, los cuales eran considerados rivales al ocupar éstos un espacio y un protagonismo que los primeros creían que les pertenecía en exclusiva, sobre todo a la hora de participar en los bailes, espacio privilegiado del cortejo.

Gran importancia tenían los mozos en el desarrollo de la sociabilidad y ello queda reflejado en la importancia que tenían en el ejercicio de la violencia dentro de la comunidad local campesina. Ejemplo son las peleas provocadas por discusiones en torno sus “leyes” y costumbres, rondas, cantaradas, cencerradas, etc.

También había enfrentamientos entre grupos de mozos de distintos pueblos, como sucedió, baste como muestra la reyerta que protagonizaron mozos de Castrogonzalo y San Esteban del Molar en una taberna de este último pueblo. En medio de una discusión “por rivalidades existentes entre unos y otros”, uno de los implicados “apagó la luz, oyéndose inmediatamente un tiro”. El tiroteo prosiguió cuando todos salieron del local, además se produjeron encuentros fortuitos por las calles de la localidad que originaron varios enfrentamientos cuerpo a cuerpo con armas blancas, de los que resultaron dos heridos de notable gravedad, uno por una lesión “cerca del ojo izquierdo” y otro por una herida “en la parte superior del muslo izquierdo que hizo necesaria asistencia médica […] y preciso la amputación del miembro herido por haberse presentado gangrena”.

AHPZ, Sentencias criminales, año 1912, nº 78.


La ronda era otra de las expresiones más importantes y cotidianas de la sociabilidad juvenil en el mundo rural. En ella grupos de mozos recorrían las calles de la población por la noche bebiendo y cantando o, como alude continuamente la documentación, «escandalizando» y «alborotando». La celebración de estos rituales era causa de continuos altercados donde se dirimía el control de la calle para realizar este privilegio de los mozos. Por otra parte, la propia realización de las rondas incitaba al ejercicio de la violencia ya que, a través de éstas, los mozos se hacían dueños de la noche ejecutando gamberradas en beneficio de la celebración. Tal es el caso de los robos que tenían como objeto el aprovisionamiento de recursos para la realización de la fiesta. Esta apropiación de todo lo que estuviera en la calle durante la noche por parte de la juventud era una regla implícita en la sociedad rural tradicional, y también tenía su expresión mediante acciones violentas contra el mobiliario público y privado. El caso más grave que tenemos constancia se produjo en San Esteban del Molar. Estando los mozos Nemesio Demetrio y Jesús Fulgencio Prieto “de ronda con otros jóvenes de San Esteban del Molar por las calles del expresado pueblo”, al llegar a la plazuela de la Iglesia “movieron violentamente uno de los postes que sostienen los cables de la luz eléctrica, con el propósito de causar algunos daños y recrearse viendo saltar las chispas que se producían en los contactos”. La consecuencia de dicha trastada fue quedar sin luz eléctrica a todo el pueblo.

AHPZ, Sentencias criminales, año 1914, nº 42.


La gravedad de esta gansada, y el alto coste de los daños causados, hace que la acción, excepcionalmente, llegase a ser juzgada en la Audiencia Provincial. No sucedió igual con la mayoría de este tipo de actos, de los cuales no tenemos conocimiento de ellos a través de las Sentencias criminales, sino por medio de las quejas que aparecen en la prensa.

También los niños fueron partícipes del ejercicio de la violencia. Muestra de ello es que en las ordenanzas municipales era común dedicar un artículo a prohibir las peleas con piedras entre niños. La ley penal eximía de responsabilidad en la ejecución de delitos a los niños menores de nueve años y, en el caso de los infantes de entre nueve y quince años, también se le eximía de responsabilidad criminal “a no ser que haya obrado con discernimiento”. La propia ley establecía el sistema de corrección para el menor que era declarado irresponsable de la comisión de un delito:
«… será entregado a su familia con encargo de vigilarlo y educarlo. A falta de persona que se encargue de su vigilancia y educación, será llevado a un establecimiento de beneficencia destinado a la educación de huérfanos y desamparados, de donde no saldrá sino al tiempo y con las condiciones prescritas para los acogidos»

Estas razones explican, en parte, la ausencia de niños en la documentación judicial. Pero además, por otro lado, y al igual que ocurría con el caso de las mujeres, si los actos violentos protagonizados por niños no tienen relevancia en dicha documentación también se debe a que el acceso de éstos a las armas era limitado y, por tanto, las consecuencias de sus actos más leves. Aún con todo, no faltan ejemplos donde se refleja una notable violencia física con presencia de armas. En San Esteban del Molar, estando varios niños cogiendo mielgas en el campo de dicho pueblo, se suscitó una disputa entre León Benigno Doza y Victoriano Vega porque “uno de los dos primeros pretendiese apoderarse de las mielgas que el otro había recogido”, y en la que el primero, de doce años, “sacó de una caja de cerillas un pequeña navaja”, infiriendo con ella a su rival una lesión en el brazo izquierdo.
AHPZ, Sentencias criminales, año 1904, nº 104.


Las peleas entre niños sí existían y, de hecho, eran algo común, que incluso eran reguladas por Ordenanzas Municipales, principalmente en su versión más dañina, las pedreas entre muchachos: “Se prohíbe en el interior de la población o en sus afueras, las riñas o pedreas de muchachos y toda clase de juegos que ofendan o perjudiquen a los transeúntes”.

Se producen enfrentamientos entre vecinos por amoríos, por el ejercicio del espigueo, por la prioridad de circulación en un paso estrecho, con el cartero por una mala entrega de la correspondencia, por intromisión de los padres en una pelea de niños, por el enfado al espantarle una caballería, etc. El resto de hechos violentos contra las cosas, son meras gamberradas protagonizadas por mozos.


No hay belleza basada en el sufrimiento humano.


El Gavilan
delmolar@gmail.com


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