Pasión Patológica. - La crisis merma el juego de las chapas.

Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.
Entonces dijeron entre sí:
-No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura, que dice:
«Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.»
Y así lo hicieron los soldados.

Juan 19:23-24

La Otra Semana Santa

La Semana Santa es, sobre todo, una época de espiritualidad y penitencia para la gente de esta tierra que vive su fe en las calles de silencio. Pero también queda el espacio para las procesiones y celebraciones paganas en algunos rincones de Castilla y León. Una de estas tradiciones totalmente alejadas de lo sacro y espiritual y con un carácter eminentemente mundano es el juego de las chapas.

En Zamora as procesiones transcurren por las calles del casco antiguo desde el jueves anterior al Domingo de Ramos con la cofradía de Jesús del Vía Crucis, hasta el Domingo de Resurrección, cerrando las procesiones la Cofradía de la Santísima Resurrección. Destacando, por sus singularidad, la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo, con su canto del "Christus Factus est" el Viernes de Dolores; la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras, o la Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, conocida también como cofradía del Silencio. Espectacular y extraña, la de la Hermandad de Penitencia Santísimo Cristo del Amparo, donde los cofrades de las Capas Pardas, inician su procesión a medianoche, transportando sus faroles, y que tan sólo el silencio es roto por el bombardino y las matracas. Al final de su periplo, a la entrada de la Iglesia de San Claudio de Olivares, entonan el miserere popular alistano, triste, enlutado y sobrecogedor.

El Viernes Santo constituye el momento más emotivo; después y tras haber escuchado, en la plaza de Viriato, el momento más esperado, el espectacular miserere entonado por los cofrades de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, a las cinco de la mañana, convocados por el Merlú, sacan los cofrades de Jesús Nazareno el paso del "Cinco de Copas" de la iglesia de San Juan de Puerta Nueva, al son de la marcha fúnebre de Thalberg, auténtico himno de la Semana Santa zamorana, dando comienzo una de las más características procesiones de la ciudad del Duero.

Una de las más prestigiosas y carismáticas de nuestro país, exponente ejemplificante de la tradición castellano leonesa; especialmente la zamorana, se presenta sobria, silenciosa y estremecedora. A los personajes únicos de la Semana Santa zamorana, esos cofrades de capas pardas, o el merlú antes mencionados, tampoco podemos olvidar la figura más característica de la ciudad durante esos días, el Barandales, personaje que acompaña a las cofradías con esquilas o campanas, las cuales hace sonar con objeto de anunciar el paso de éstas.

En Benavente es famoso el juego de las chapas tradición centenaria, que remonta sus orígenes a la Pasión de Cristo, cuando los soldados romanos se jugaron la túnica de Jesús, o en las monedas que recibió Judas por la traición. Hasta, Juana La Loca [1479-1555], autorizó a miembros de la cofradía de la Veracruz de Benavente a que jugara a las chapas a condición de que los beneficios fueran a comprar y restaurar los pasos de Semana Santa.

Los corros de chapas son una de las tradiciones paganas que con mayor entusiasmo se celebra cada Semana Santa. Prohibido su juego durante el franquismo, y aunque se siguió jugando de forma clandestina, tradición hoy permitida, tan sólo durante tres días al año: Jueves, Viernes y Sábado Santo, y previa autorización de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León y el abono de la tasa correspondiente, 31,33 €.

La emoción por este juego y sus apuestas llegaba hasta el punto que algunos locales realizaban las tiradas mañanas, tardes y noches durante los tres días de la Semana Santa. En los dos últimos años los efectos de la recesión se dejaron sentir, algunos «corros» se disolvieron por falta de jugadores y de movimiento antes de lo que solía ser habitual durante la noche. La situación se repitió durante los tres días autorizados y pocos fueron los locales en los que las timbas organizadas se prolongaron hasta después de amanecer como ocurría años atrás, el dinero tampoco corrió con la alegría de etapas anteriores.

La Semana santa de 2002 fue la primera en la que el juego de las «chapas» se regula por parte de la Junta de Castilla y León, terminando una larga etapa que servía también como aliciente para el juego.

Tuvo un reconocimiento normativo por primera vez en la Ley reguladora del Juego y de las Apuestas de Castilla y León de 1998 y posteriormente en el Catálogo de Juegos y Apuestas aprobado en febrero de 2001. En este se fijaban ya los elementos personales y materiales necesarios para su práctica así como las reglas esenciales para su desarrollo, normativa que reconoce las chapas, como juego tradicional en muchos municipios de Castilla y León y establecía que se podían jugar tanto en la calle como dentro de un local.

Tradición popular que se disfrutaba a escondidas las chapas corren un futuro incierto, el mal momento por el que atraviesa el juego de las perras gordas, por la crisis económica de los apostantes que ha reducido la participación de jugadores, y además la ley del tabaco viene a dar la puntilla a estas apuestas puesto que las salidas a la calle reducen su juego, atrás queda el ambiente del café y humo.

El tradicional juego de las chapas se mantiene y sigue vivo en siete pueblos de la provincia de Zamora durante la Semana Santa, fechas en las que es costumbre realizar apuestas con este juego de azar y que ahora se hace de acuerdo con la normativa y los permisos de la JCyL.

A la espera de que se cierre el plazo oficialmente, nueve establecimientos de la provincia tienen ya la autorización de la Junta para el juego más tradicional de Semana Santa, las chapas, que podrán jugarse entre el Jueves Santo y el Sábado Santo de manera excepcional.

La Consejería de Presidencia de la Junta de Castilla y León ha concedido nueve autorizaciones para corros de apuestas del juego de las chapas durante esta Semana Santa en la provincia de Zamora.

Establecimientos de Santa Cristina de la Polvorosa, Burganes de Valverde, tres en Benavente, Barcial del Barco, Manganeses de la Polvorosa, Olmillos de Valverde y San Cristóbal de Entreviñas, han obtenido la licencia correspondiente para que en ellos se pueda jugar a las chapas durante los días del Jueves, Viernes y Sábado Santo.

El reglamento regulador de la organización del juego de chapas se recoge en el decreto aprobado el 17 de enero de 2002 que completaba la legislación existente al respecto y fija el procedimiento por el que se conceden las autorizaciones. De acuerdo con este reglamento, el juego de chapas podrá hacerse durante las fiestas patronales en las localidades donde el juego se haya practicado de forma tradicional, como es el caso de Benavente y Andavías, a las que se han concedido autorizaciones en sus respectivas fiestas patronales.

En el caso de Benavente, las autorizaciones trascienden del ámbito de la Semana Santa y se conceden también de forma específica para las fiestas patronales de la Virgen de la Vega. A diferencia del juego de las chapas, otro juego típico de la Semana Santa benaventana, sobre todo en algunas cofradías que disponían de una bula medieval, «el bacarrá», está prohibido y, por tanto, cualquier partida que se organice es clandestina.

La regulación del juego de las chapas no afectó de igual modo al bacarrá, que ha quedado proscrito como estaba, aunque se permitiera con la vista gorda de la autoridad. En el bacarrá, juego de naipes con baraja francesa similar a las siete y media, propiedades y posesiones cambian de manos en lo que tarda en ventilarse una mano sobre el tapete, en algunas tardes y noches semana santeras benaventanas, ha quedado a la más absoluta clandestinidad, a diferencia de su juego hermano en días de Pasión.

El reglamento que regula la organización de este juego, tuvo como efecto inmediato la minoración del número de corros. Al menos así se ha resultado en Benavente, donde antes la semana de Pasión era sinónimo de semana de juego libre. De los más de una docena de locales que organizaban corros o partidas perviven tres establecimientos con la correspondiente autorización administrativa. Parece haber menos interés por montar «timbas» de chapas y aunque cada organizador cuenta la feria tal y como le va en ella, la mayoría de organizadores cuentan los últimos años con poca actividad. Las Cofradías, tampoco juegan, llevan años sin hacerlo, cedieron de alguna manera los derechos a un organizador externo que ya no ha prepara partida en Benavente. No deja de resultar curioso que la Cofradía del Santo Entierro y su hermana de la Santa Vera Cruz, poseedoras de una bula para jugar durante la Semana Santa desde el Medievo, hayan dejado esta práctica jurídicamente prohibida aunque permitida cuando finalmente existe una ley que lo permite y un reglamento que la desarrolla.

En la madrugada del sábado las partidas, los corros tendrán que disolverse y volverán a estar prohibidos.

León es la provincia donde más se juega, seguido de Valladolid, Palencia, Zamora, Segovia y Burgos. En Ávila, Salamanca y Soria no se solicita ninguna autorización.

La Junta de Castilla y León regula las condiciones que han de cumplirse para la organización de este popular juego, con el fin de «velar por la transparencia en el desarrollo del mismo y la intervención y control por parte de la Administración». Las solicitudes se tramitan en las delegaciones territoriales de la Junta de la provincia correspondiente, acompañadas de la documentación necesaria para garantizar el cumplimiento de los requisitos exigidos a los organizadores con el fin de que estén perfectamente preservados los derechos de los participantes y se respeten las reglas del juego.

A partir del miércoles a las doce de la noche, es decir, desde el primer minuto del jueves y hasta las doce de la noche del día 7 estará funcionando los corros de chapas, cuyos organizadores esperan funcione con animación. Arrastran pasiones, dos simples monedas de cobre, dos perrasgordas de 10 céntimos de la época de Alfonso XII, cuyo reverso normalmente es marcado con una cruz o aspa. Puro juego de azar, en el que se refleja ese afán del uno contra todos, del todo o nada a culos o caras de las alfonsinas con las que uno se encomienda a la suerte, poniéndose en manos de la diosa fortuna.

Hay distintas variantes en el juego según la tradición de cada localidad. Por un lado está la banca, por otro los apostantes llamados “puntos” y por otro el “baratero”, que controla para que todo discurra con normalidad.

Tradicionalmente, se practicaba al aire libre y en ocasiones daba lugar a enconadas disputas verbales, peleas físicas y alteraciones del orden público, debido a las grandes sumas en juego y a las malas artes de algunos jugadores y barateros. En la calle se comienza pintando un gran círculo en el suelo, «el corro», nombre como se conoce popularmente al disponerse los jugadores en corro rodeando al lanzador, estando el baratero en el centro y empieza el juego. Para saber quien a de iniciarlo, el baratero lanza las monedas al aire, iniciándolo los apostantes cuyo resultado les sea favorable, cara o lis.

Cada “punto” hace una apuesta, dejando el dinero dentro del círculo, la banca la cubre obligatoriamente y se lanzan las dos monedas al aire. ¿Que salen caras? Todo para la banca. ¿Que salen cruces? Cada apostante se lleva lo que había puesto y otro tanto, puesto por la banca.

«El baratero» el barata, es la persona encargada de llevar el orden y pago de las apuestas, recibiendo a cambio un tanto por ciento de las apuestas. Las apuestas se hacen a caras o a cruces. El lanzador, apuesta su dinero, apuesta que tiene que ser cubierta por el resto de los jugadores que le rodean, empezando por el que tiene a su derecha. Si el primero no cubre en su totalidad el envite, pasa el turno al situado a su derecha, hasta que casa la cantidad inicial. El dinero de las apuestas se deposita, habitualmente, en el suelo.

Una vez cubierta dicha apuesta, el que tira las monedas suele jugar contra el resto, es la banca y siempre debe elegir las chapas se colocan cruz con cruz, el baratero grita «a caras va la mano» y/o «a cruces» se lanzan al aire, lo más vertical posible por encima de la cabeza, evitando el barajo, o que la moneda salga fuera del corro.

De existir techo, si lo toca, el lanzamiento queda anulado. Si uno de los apostantes grita «barajo» se anula la apuesta del mismo. Si al caer al suelo, salen caras, ganan los que hayan apostado a caras, si salen cruces, los que hayan apostado a cruces. Si caen cara y cruz, no gana nadie y se repite la jugada. El lanzador, apostador, la mano, se juega su dinero, si acierta en su apuesta, se lo lleva todo y de paso suele seguir tirando hasta que falle, entonces el turno pasa a otro apostante.

En algunos corros, se permiten las apuestas «por fuera», o sea, apuestas entre jugadores que pueden estar o no en el corro, surgiendo problemas o disputas al realizarse estas apuestas por fuera; ya que el baratero no recibe un tanto por ciento de ellas.

No hay límite en las apuestas, por lo que mueve grandes cantidades de dinero, ha sido ajeno al control del Estado y prohibido hasta 1992, cuando se autorizó la práctica en locales públicos, nunca dejó, no obstante, de jugarse. Nadie sabe la cantidad de millones que pueden mover los corros de chapas en Semana Santa, desde que empieza el primer corro, hasta el domingo de Gloria.

El número de autorizaciones de este año mantendrá el número de corros del 2011; la JCyL ha concedido 55 autorizaciones en la provincia de León; 51 en la provincia de Valladolid; 38 en la provincia de Palencia; 10 en la provincia de Zamora; 8 en la provincia de Segovia, y 8 en la provincia de Burgos, una de ellas al aire libre, en total, 170 licencias para poder jugar a las chapas.

Volvamos una vez más a los textos canónicos con el que iniciamos este post para hacer simple mención del sorteo sacrílego que celebraron los soldados romanos con la túnica de Cristo:

27:33 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», 27:34 le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. 27:35 Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; 27:36 y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo...
Mateo, 27 33-35,


Sorteo de la túnica de Cristo
"El expolio" - El Greco

15:23 Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. 15:24 Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. 15:25 Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron... Marcos, 15, 23-25,

23:33 Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. 23:34 Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos... Lucas, en el capítulo 23 versículo 33-34.

19:23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. 19:24 Entonces dijeron entre sí:
No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura, que dice:
«Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.»
Y así lo hicieron los soldados... Juan, 19, 23-24,

Ninguno de los evangelistas, ni Mateo ni Marcos, ni Lucas ni Juan, precisaron que artes lúdicas habían utilizado para repartirse las vestiduras y la túnica de Jesús. Sólo un «echaron a suertes» impreciso. En el monte Calavera o Gólgota, ¿qué método de sorteo utilizaron los cuatro legionarios de Roma –potencia que se vio obligada a dictar leyes contra la ludopatía generalizada en su población–? La tradición da por sentado que fueron los dados. ¿Por qué no pudieron jugar a la suerte del «cara y cruz»?...

Dos mil años después, para conmemorar este despojo de Cristo, sobre todo en los pueblos de las dos Castillas, una costumbre que se remonta a la Edad Media y va necesariamente acompañada del sonido musical de dos monedas arrojadas al aire, caldeados frecuentemente con libaciones no siempre comedidas, se autoriza la práctica durante tres días a cambio de una tasa que actualmente asciende a ¡treinta monedas... de euro!