Aligonda, en el Estado de Orissa

Sor Enedina:

“La India es puntera en tecnología, pero aún tiene grandes bolsas de pobreza”

Miercoles, 5 de Octubre de 2011
somos.vicencianos.org

«El misionero sufre el hecho de no ser ni de aquí, ni de allá; en ningún lugar te sientes como en casa»

San Esteban del Molar, (Zamora) 1933. Con 45 años a sus espaldas como misionera en la zona de Orissa, una región de La India, sor Enedina tiene pensado continuar con su labor humanitaria el resto de su vida. Cursó en Zamora la carrera de Magisterio y más tarde estudió Medicina en Madrid, profesión a la que se ha dedicado en el país asiático para ayudar a los más desfavorecidos. Cuando cumplió la treintena decidió marcharse a La India, y estuvo destinada los primeros años en una escuela de enfermeras, enseñando el oficio a las nativas y religiosas, para luego ponerse al frente de la institución que las Hijas de la Caridad instauraron en esa zona.

Comprometida con la pobreza y las necesidades de los más débiles, la misionera zamorana sor Enedina ha dedicado su vida a llevar la medicina a una de las zonas más desfavorecidas de La India. En un viaje relámpago a la capital para visitar a sus familiares, quiso tener ayer un encuentro con antiguas alumnas del colegio Medalla Milagrosa para hacerlas partícipes de la vida en las misiones.

-La India es en la actualidad un país con una economía emergente. ¿Se aprecia a nivel social esa preponderancia?
-La India es un país que está a la cabeza en tecnología, pero hay grandes bolsas de pobreza que todavía permanecen. Hay progreso, porque cada vez hay más alfabetización, pero por ejemplo, hace poco las guerrillas nos quemaron las torres de telefonía móvil y ahora no podemos usar los teléfonos ni Internet.

-¿Por qué decide coger las maletas y marcharse tan lejos?
-Las Hijas de la Caridad estamos consagradas a los pobres y en estos lugares es donde más se necesita nuestra ayuda. Aquí hay montones de médicos, pero en La India son muy necesarios para atajar las epidemias.

-¿En un país de mayoría hinduista, es la religión un impedimento para que personas como usted puedan desarrollar su trabajo sin problemas?
-Esta es una zona en la que la mayoría son cristianos, aunque también hay aborígenes de tribus y aunque no son cristianos son muy familiares con nosotros y no tenemos ningún problema con ellos. Los fanáticos a veces quieren hacernos daño, pero cada vez se acercan más. Quise que las hermanas aprendieran la lengua aborigen, pero no encontramos ni una persona que supiera leer y escribir. Ahora hay más alfabetización, progreso sí hay.

-Las desigualdades sociales también incluyen la discriminación de género?
-Sí, y contra eso he intentando luchar desde que llegué. Al comienzo de mi estancia en Orissa había escasamente cinco niñas en la escuela, y eran las hijas de los maestros, lo demás eran todo niños. Ahora hay mucha más igualdad y con dificultad, pero se está consiguiendo que se valore igual a los hombres que a las mujeres. A mí me gusta ayudar mucho dando trabajo y no tanto con dinero, aunque si están enfermos hay que darles todo lo que necesiten. Lo que pasaba es que se pagaba a los hombres más que a las mujeres, haciendo lo mismo, los mismos trabajos pesados. Pero yo siempre he pagado a todos igual, y ahora en esa zona se va consiguiendo la igualdad entre ambos sexos.

-¿Cómo vivieron las revueltas internas de los años 2008 y 2009?
-Con muchísimo miedo. Estamos justo en el borde de la región, a pocos kilómetros del distrito más conflictivo y fue una experiencia horrible, aunque por suerte no nos pasó nada a ninguno.

-Después de tanto tiempo lejos de sus orígenes, ¿de dónde se siente?
-Esa es una dificultad y un sacrificio que hacemos todos los misioneros, porque estamos a caballo entre dos mundos. Vienes aquí y no eres española, y allí no eres pura hindú, en ningún sitio te sientes como en casa. Yo me mezclo con las mujeres de allí y trabajamos juntas, pero te consideran como superior. A mí me gustaría ser igual y quitar ese punto de su forma de pensar, pero es muy complicado. Al principio nos pusieron silla y reclinatorio en la parroquia y nosotros habíamos decidido quitarlos y los retiramos, pero nos lo volvían a poner, porque nos querían ver un poco más que ellos. Además les gustaba vernos guapas y nos decían que teníamos vestidos más bonitos, que nos los pusiéramos.

-¿Piensa volver a Zamora para quedarse?
-Si vengo será unos días para decir adiós a mi gente, nada más. La vida ayudando a los demás es muy satisfactoria.

Autor: Judit Calvo. • Año de publicación original: 2011 • Fuente: Correo La Opinión de Zamora • Publicado el 5 de octubre de 2011 por Javier F. Chento, en Hijas de la Caridad, Testigos.

Familia Vicenciana - Vida Consagrada - Hijas de la Caridad

Hijas de la Caridad.

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl o también llamadas Hermanas es una congregación católica femenina fundada el 29 de noviembre de 1633 y dedicada al servicio corporal y espiritual de los pobres enfermos. La congregación fue fundada por San Vicente de Paúl, con el nombre de Hijas de la Caridad, sirvientes de los enfermos pobres, y posteriormente se le agregó el nombre de su fundador para distinguir esta congregación de las distintas comunidades de caridad que, animadas de un espíritu similar, se desarrollaron posteriormente por toda Francia. El origen de la congregación surge de la necesidad de organización de la ayuda a los pobres de su parroquia para lo que creó un confraternidad que creció tanto que pronto se extendió desde las áreas rurales hasta París, donde las damas de la nobleza procuraban cuidados a los pobres a través de sus sirvientas, lo que hacía que las labores de caridad se realizaran con indiferencia y desgana.

San Vicente de Paúl envió un grupo de mujeres a Paris que, bajo la dirección de las Damas de la Caridad de París, se dedicó al cuidado de los pobres. Estas mujeres crearon el núcleo de la comunidad que hoy en día se extiende por todo el mundo. El 29 de noviembre de 1633, Luisa de Marillac comenzó la formación sistemática de la mujeres en el cuidado de los enfermos, lo que se considera como la auténtica fundación de la comunidad.

Diario de una misión

Martes, 27 de Septiembre de 2011
Diario de una Misión » Fuente: COPE

En la misión me encontré con el sistema de castas hindú.

La Hermana Enedina Costilla Barrero, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl y misionera en La India, nos cuenta la realidad social, demográfica y cultural de la zona en la que ha trabajado.

Estuve al Noreste de la India, en una zona de 10 pueblecitos a los que se accede por un camino de cabras. Estábamos a 92 kilómetros de la capital de esa zona Noreste. Dos tipos de personas se encuentran en esa parte. Por un lado los aborígenes, al principio indiferentes, pero que ahora poco a poco, se van interesando. Son labradores pobres. Cuando llegamos no había nadie de carrera, ni de formación entre ellos. Por otro lado, los pertenecientes a una clase marginal, dentro del sistema de castas hindú. Éstos abrazaban la fe pronto.

La caridad no tiene horario.

Jueves, 29 de septiembre de 2011
Diario de una Misión » Fuente: COPE

Enedina Costilla, Hija de la Caridad y misionera en La India, nos cuenta un día cualquiera en el hospital que atiende.

Nos levantamos a las 5 de la mañana. Tenemos la oración, la Misa y, por turnos, vamos al hospital a atender las emergencias de los niños. El resto de la mañana transcurre con servicios diversos. Yo como soy médica, ejerzo con otras religiosas que son enfermeras. Los chicos que trabajan contra la malaria y otras enfermedades, vienen al cursillo. Tras el compromiso de vida comunitaria, retomamos la visita al hospital hasta las 6:30 de la tarde, en que tenemos oración, cena y convivencia fraterna. También de noche, dormimos por turnos en el hospital y en el centro de niñas. La caridad no tiene horario, como dice San Vicente, nuestro fundador: "Dejar a Dios para atender a Dios".

La Hermana, nos cuenta un día cualquiera en La India.

Me ha impactado la fortaleza de los cristianos.

Viernes, 30 de Septiembre de 2011
Diario de una Misión » Fuente: COPE

Enedina Costilla, Hija de la Caridad en La India, cuenta en la madrugada de este último día de septiembre las experiencias que más le han impactado, a lo largo de los años de su labor misionera.

Pienso que 45 años al servicio de los pobres día a día marca mucho. El ver que los hermanos te aceptan a pesar de tu cultura diferente, es una verdadera alegría. He dado todo lo que tenía, pero también he recibido mucho. El haber sido instrumento es un don de Dios. Para las Hermanas que todas las niñas tengan acceso a la educación es una satisfacción. También me ha impactado la fortaleza de nuestros cristianos durante la persecución que padecieron en el distrito cercano al nuestro. Ellos respondían con testimonios verdaderos de fe, llegando a dar la vida.

La Hermana, nos cuenta algunas experiencias vividas en tierra de misión.

El Evangelio tiene sitio en todas las culturas.

Sábado, 1 de Octubre de 2011
Diario de una Misión» Fuente: COPE

La Hermana Enedina Costilla, Hija de la Caridad y misionera en La India, nos cuenta los retos para llevar a Cristo a una cultura totalmente diferente a la nuestra.

Es difícil siempre llevar el Evangelio a otras culturas. Aquí lo experimentáis en esta modernidad, mientras que allí nos tenemos que adaptar a su cultura. Se trata de apreciar sus valores y enriquecerlos con la realidad del Evangelio, que tiene sitio en toda cultura. Tal vez no haya bastantes conversiones, pero todos los valores evangélicos los vivimos para inculcárselos poco a poco, siendo testigos.

Les queremos y nos quieren.

Domingo, 2 de Octubre de 2011
Diario de una Misión » Fuente: COPE

La Hermana Enedina Costilla, Hija de la Caridad y misionera en La India, nos cuenta por qué un misionero se siente atraído por la realidad del país donde ejerce su labor evangelizadora.

Nos sentimos queridas por ellos y nos quieren. Lo que más nos hace sufrir es ver el despilfarro en este mundo. Unos necesitan comer y otros no quieren probar alimento. Los que están en nuestro ámbito comen. Tratamos de extender nuestro influjo a otras zonas, aunque no somos muchas. Hay más vocaciones que aquí, pero hay que formarlas más.

La Hermana, nos cuenta el atractivo que supone para un misionero trabajar en otras tierras lejos de su hogar.