Tatin

Tatín.

Tatín era un amigo fiel, leal y noble para todos; tenía una bondad, ingenuidad y generosidad muy acentuadas; su humildad era exagerada, casi enfermiza. Yo quería mucho a Tatín y a Antonio pero a diferencia de Carlos Labrador fue un amor a distancia porque Carlos supo estar en las situaciones especiales o momentos bajos -que todos tenemos- al lado de ambos. Esto me lo dijo Tatín sin rodeos en una ocasión que le pregunté por Antonio. Carlos como persona coherente, prudente, amigo de todo el mundo y de modo especial de las personas cercanas tuvo que ser de gran ayuda para Antonio y Tatín.

Recuerdo una vez que estaba con Tatín en el Hostal y le comentaba la sequía tan dura que había diciéndole que los pantanos ya bajaban de la mitad de su capacidad, a lo que Tatín respondió:
-“Ah, y eso es lo que te preocupa a ti, pero si los pantanos se los regaló Franco a las empresas de electricidad; lo peor es el agua que falta en las acequias para regar”.

Estábamos de conversación cuando salieron del comedor un concejal comunista y su acompañante, una concejala de Alianza Popular, para pedir la cuenta en la barra e irse, nos saludaron y Tatín se ofreció a invitarles. Yo tercié diciendo que cada uno pagaba lo suyo, como los catalanes y pagué la consumición de él y la mía.

Tatín insistió en invitarles y lo consiguió porque el concejal, que no tendría dinero, seguro que no iba a pagar y la chica se quedó impasible. Le regañé por haberles invitado y Tatín insistió que eran comunistas. Le dije que ella era una capitalista de Alianza Popular que la habían puesto de adorno en las listas, pero se habían movido y consiguió un acta de concejala; que él tenía de comunista el nombre y de apellido «vividor» y al que honraba era al apellido.

En el Hostal había uno del pueblo que tenía las orejas más estiradas que una antena y lo que no oía lo interpretaba, verlo así parecía una televisión muda. Aprovechó que fui al lavabo para acercarse a Tatín y decirle de manera socarrona:
-“Tato, vaya dos besos que te ha pegado esa señorita”.

Tatín me reprochó a mí que cuando estaba en un grupo no pagara lo de todos, y que eso mismo lo había hecho otras veces con aquel del pueblo que estaba allí.

Recuerdo una vez que nos encontramos mi padre y yo con Tatín y mi padre le dijo,
-“Tato, ahora que ha muerto el Papa dónde va”, a lo que respondió Tatín:
-“A dónde va a ir, que cosas tienes Félix, donde tú, yo y todos los demás”.

Recuerdo otra vez que estábamos en la casa vieja de Tarsicio unos amigos dando cuenta de una gran merienda y buen vino, cuando Tatín se arrancó y nos deleitó con un tango de Carlos Gardel:
"Silencio en la noche, ya todo está en calma
el músculo duerme , la ambición descansa.
Meciendo una cuna, una madre canta,
un canto querido que llega hasta el alma
porque en esa cuna está su esperanza
... eran cinco hijos que al taller marchaban.
Hoy todo ha pasado, florecen las plantas
un himno a la vida los arados cantan..."

En Las Palmas asistí a una terapia de grupo gestáltica, el primer encuentro fue de autoestima y decía el psicólogo que la autoestima es para el estado anímico como el calcio para los huesos. Yo me acordé de Tatín y pensé que en aquel grupo habría salido muy bien parado porque tenía muchas cualidades positivas y las que le pudieran faltar serían fáciles de trabajar, según decía el psicólogo.

El último encuentro fue sobre el duelo, el psicólogo nos pedía que observáramos si teníamos cosas pendientes e inmediatamente me acordé de tres personas, una de ellas era Tatín porque no pude asistir a su entierro. A los que salimos nos mandó hacer una elaboración del duelo, una ceremonia muy elaborada y en el «feedback» o devolución que me hicieron los compañeros me dijeron que había sido muy sensible, muy emotivo y muy sentido.

Marcelo Rodríguez.

Has retratado muy bien a Tatín y además me has recordado a una persona con la que hace tiempo perdí el contacto. Con Carlos compartí en Villafáfila, colegio y casa [la patrona se llamaba en aquel tiempo]. -¿Qué te puedo decir sobre Carlos que tú no sepas?

Una persona de bien, prudente, callado, muy inteligente y altruista.
Recuerdo que nos quejábamos de la comida a la patrona y un día Carlos le preguntó:
¿Señora Gabina, Vd., no hace matanza? y la patrona le responde:
-“No, galán, no, a ver si un día de estos me decido, cojo el gato y lo sacrificamos”.

Claudio Villafáfila.