Diccionario de Madoz (1845-1850)

San Esteban en el Diccionario de Madoz (1845-1850)
Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España

El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, editado por Pascual Madoz en 16 gruesos volúmenes (Madrid, 1845-1850), ocupó un importante papel en el proceso de modernización de las estructuras del Estado en la España del siglo XIX. Curiosamente, a finales del siglo XX, el sarampión autonómico y localista que sacudió España, encontró en el Madoz una fuente inagotable con la que satisfacer las ansias bibliográficas de esas nuevas estructuras administrativas ansiosas de construir una nueva identidad: reimprimieron en volúmenes los fragmentos extraídos de la magna obra de aquel patriota español, creando docenas de madozitos agrupados por regiones, comunidades autónomas y provincias.

ESTEBAN DEL MOLAR (San): v. con ayunt. en la prov.de Zamora eg.),part. jud. de Benavente (2y 1/2), dióc. de León (13), aud. terr. y c.g. de Valladolid. sit. en un llano con algún declive hacia el O.; su clima es templado y sano, pues no se padecen más enfermedades comunes que las estacionales. Tiene 70 casas, la consistorial, en que están la cárcel y escuela de primeras letras, dotada con 600 rs. Y 5 cargas de trigo que dan además los 50 niños de ambos sexos que la frecuentan; igl. parr. (San Esteban), servida por un cura de ingreso y presentación del marqués de Astorga; una capellanía de patronato particular, con cargo de misas y sin residencia, y buenas aguas potables. Confina el térm. N. Fuentes de Ropel; E. Villalobos; S. Tapioles, y O. Castropepe: en él se encuentra el desp.de Villanueva la Seca. El terreno es de mediana calidad. Los caminos locales y malos particularmente en tiempo lluvioso: recibe correspondencia en Benavente cada interesado de por sí. Prod.: trigo morcajo, centeno, cebada, vino y legumbres, cría ganado lanar, y caza de liebres y perdices. Pobl.: 68 vec., 274 alm. Cap. Prod.: 135.960 rs. IMP.: 18.878 rs. contr.: 6.760 rs. 25 mrs. El presupuesto Municipal asciende a 3.295 rs., cubierto por reparto entre los vecinos.

Madoz, P.-Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar.Madrid:1845-1850.Ed.Facsimil: Valladolid: Ámbito, 1984. Editada por Domingo Sánchez Zurro.

Marcelo Rodríguez


Morcajo, era una mezcla de varios cereales envueltos trigo, centeno, cebada, avena, se utilizaba para dar de comer al ganado en invierno ya no se siembra.
La antigua cárcel estaba en la parte trasera de la casa de Alfonso


José Martínez de Velasco [1]

José Martínez de Velasco

[I Parte]
Un día de marzo del año 1980

Caminaba por la Calle Oriente en dirección a la iglesia. Al llegar a la casa de Gaudencio Rodríguez, un matrimonio contemplaba el escudo de la fachada. Vestían de forma poco convencional aunque con exquisito gusto en la combinación de colores y elegante calzado.

El caballero hablaba con un verbo fluido y contenida emoción. La señora escuchaba con atención y a veces pronunciaba alguna palabra en francés. Sorprendido y llevado de la curiosidad les seguí a una distancia prudencial, pudiendo escuchar su diálogo,
-“Mira, en esta casa nací y pasé los años más felices de mi vida”.

Caminaban de forma parsimoniosa sin perder detalle de cada lugar y el señor seguía explicando y recordando personas y lugares,…

-“Ves esta casa, pues aquí vivían el señor Sinforoso y su mujer, la señora Josefa que eran nuestros vecinos y tenían tres hijas más o menos de mi edad”.
-“Esta casa era la de la familia Marbán”.

Y seguían avanzando.
-“En esta casa vivían el Señor Marcelo y la señora Ana, personas laboriosas y ahorradoras, con sus hijos Pepe y Cecilia”.

-“Esta casa más pequeña era la de la señora Enriqueta, la que nos guisaba los conejos”.

-“Esta que tenemos en frente era la casa de mi amigo Teodosio al que llamábamos «Picalías» y era una persona muy singular y divertida”.

-“En esta casa del rincón, vivía la familia del señor Fermín Alonso”.

-“La que tenemos en frente era la casa de Emilio Allende al que llamábamos «Girasol» y que tenía un hijo llamado Felipe”.

-“La que vemos ahí era la casa del señor Salustiano y la señora Benita uno de sus hijos era mi amigo y se llamaba Alipio”.

En este momento salía Matilde de su casa y José la llamó por su nombre. Se presentaron y hablaron. Matilde, como persona hospitalaria que siempre fue, les invitó a comer. Teodosio Villafáfila estaba sentado y observaba ajeno al matrimonio que tenía aspecto extranjero.
Se acercó a él, José Martínez y le preguntó si le reconocía,…
-“Yo soy hijo del señor Ezequiel Martínez”.

-¡Hombre, Joselín!

-“Así me llamaban antes de salir del pueblo”.

Emocionados el anciano conservador y el republicano que llevaba la insignia de la bandera tricolor en la solapa, se fundieron en un abrazo. De los ojos de ambos viejos amigos, brotaban lágrimas.

Claudio Villafáfila.


[II Parte]
Un día de marzo del año 1980.
Continuando nuestro relato.

En el anterior dejamos a José Martínez de Velasco invitado a comer por Matilde.

Estaban en corrillo charlando animosamente cuando en ese mismo instante se presentó Jesús Salvador, camisa limpia y pantalón de domingo, hecho un pincel. Yo le vi aparecer por la esquina de Celestino, caminando con decisión, sonriente y optimista. Se dirigió al corrillo y saludó a José de manera efusiva.

- Seguro que ya no te acuerdas de mí - dijo Joselín.
- ¡Hombre! cómo voy a olvidar yo las buenas meriendas que me daba tu madre.
- la señorita Severina
- y el buen trato de tu padre
- el señorito Ezequiel.
- ¡Qué gente más buena!

Hoy me toca invitar a mí. No creas que me he olvidado aunque hayan pasado tantos años.

Jesús se hizo el centro de la conversación y convenció al matrimonio para que comieran en su casa.
- Ves. - le dijo José a su mujer.
- Esta gente es generosa y hospitalaria
- Todos quieren invitarnos de corazón.

Tarsicio, presente en el corrillo, insistía en llevar a todos al Hostal Álvarez donde, según sus palabras, había un sabroso solomillo casero adobado.

El exiliado retornado a su tierra natal se mostraba muy feliz rodeado de gente sencilla y rememoraba su feliz y lejano pasado:
- En este trinquete jugábamos los muchachos a la pelota hasta que llegaban los mozos y nos echaban, entonces seguíamos jugando en la pared de ese pajar que era del señor Manuel Iglesias.

-El día que salí de San Esteban lo hice con lágrimas en los ojos buscando una vida mejor y así fue hasta que la guerra civil acabó con la alegría de mi casa.

Habló de los años 30, de su vida como soldado de la República, de su lucha en la defensa del Madrid sitiado por las tropas de Franco. ¡Pensaba que cualquiera de mis amigos de la infancia que luchaban en el bando nacional como mi amigo Alipio podía estar en la trinchera de enfrente, sin saberlo ninguno de los dos ¡Qué mala y cruel es una guerra entre hermanos¡

Comentó anécdotas de su exilio en Francia y se mostraba contento por ver que en España se avanzaba hacia un país normal.

A él le hubiera gustado que fuera una república que representara mejor los valores por los que él luchó.

Jesús, después de escuchar con atención dijo con énfasis y alzando un poco la voz:
" De bien nacidos es ser agradecidos, digo y repito que más que señoritos, la familia Martínez de Velasco eran unos señores de verdad".

Claudio Villafáfila.
[Biografía en, "JOSELIN" II]



La descripción es cinematográfica.
- Aparecen tres planos: el matrimonio, las casas, al final los vecinos a la puerta, y el testigo.
- Las imágenes se suceden y se superponen, las casas y las familias correspondientes.
- La relación figura/fondo aparece bien definida, pero en nuestra subjetividad cambia cuando menciona a nuestras familias.
- Al final aparece un solo plano: el conjunto es más que la suma de las partes.
La narración mantiene la emoción desde el principio hasta el final, más acentuada según a quien nombre, para aumentar en dos tiempos y con broche final.
José Martínez de Velasco, Joselin, se me presenta como una persona digna del mayor interés, con unas experiencias vitales ricas e intensas, cuya biografía sería muy atrayente.

Marcelo Rodríguez.


La Laguna y el Barrero.

Recuerdos de Infancia

De mis recuerdos de infancia hay uno que está ligado a “La Laguna” y al “Barrero”.

La Laguna estaba en lo que hoy es el Parque Infantil. Algunos llevaban allí a los animales para que bebieran. Tengo el recuerdo de ver a mi pariente Lorenzo dando agua a las mulas y también a los Moriana corriendo por encima del hielo en el invierno.

Había patos que acudían a ella por la mañana, y regresaban al atardecer en fila india a la casa

La otra era El Barrero de agua más cristalina y con abundancia de ranas.

Ambas han desaparecido y hoy son parques.

Claudio Villafáfila


Todos esos recuerdos son mis recuerdos: La Laguna, el Barrero, los Moriana, las hogueras de San Juan-reminiscencias de las celebraciones paganas del solsticio de verano, la vida de las eras, el pozo la fuente del Pin Pin....

Todo ese mundo que recreas,  me ha hecho llorar de emoción, por evocar ese tiempo que nos pertenece y que era de antes de la modernidad actual y estaba cargado de significados y poblado de seres tan queridos.

A mi me encantaban las noches de "tomar el fresco" donde los niños jugábamos al escondite, a veces divididos en grupos que se buscaban al son de aquello de “sereno que cantas dime qué hora es... han dado la una las dos y las tres..."

Algo que también me gusta recordar son los inviernos, cuando cerca de la Navidad las niñas buscábamos y cogiamos, en medio de un frío de muerte, el musgo más guapo para el Nacimiento.

Escarcha y olor a campo de invierno se grabaron en mi mente. Luego, las más mayores preparaban con entusiasmo el Nacimiento en la escuela. Era como la recreación de un mundo de cuento, bonito, creativo, navideño, entrañable y de todos; allí se iba a cantar villancicos después de misa el día de Navidad y Año Nuevo.

Matina


El legado de nuestras pequeñas historias familiares que sumadas forman la memoria colectiva, que debemos preservar porque ellas son nuestro origen, nuestras señas de identidad en esta sociedad tan compleja que nos ha tocado vivir.

Admiro mucho a esa generación del silencio, esa generación silenciada de nuestros padres haciendo economía de equilibrio para procurarnos una vida mejor que la que ellos tuvieron.

Pienso en un momento en aquellas mariposas de alas blancas, en saltamontes clavados en las pajareras, en un botijo a la sombra de un carro, en unas mulas sacudiendo las moscas, en un hombre aparvando la trilla, unas mujeres barriendo la era, en nubes de vencejos oscureciendo el cielo cuando caía la tarde o en las relaciones personales, en los diálogos:

-Oye muchacho, ya estás andando al estanco y me traes un librillo de fumar de zig-zag.

A la vuelta:

-Toma esta perra que sobra para un caramelo.

Las idas y venidas de las mozas al Pozo Bueno para acarrear agua, el trajín de las pozaletas de ropa, los golpes contra el batidero de la ropa húmeda al lavar, el frío atroz que dejaba llenas de sabañones y doloridas las manos, el olor al estiércol de los establos cercanos que no había cambiado un ápice desde tiempos medievales, comenzaron a perderse en el recuerdo.

Yo viví en ese tiempo tan lejano en que las mujeres iban a la fuente del Pin Pin con sus pozaletas a lavar y regresaban a pié cargadas de ropa limpia.

Las cosas en aquel tiempo eran muy simples. Se iba a espigar porque había que espigar, a cortar legumbres porque había que cortarlas, se iba a misa los domingos porque los no devotos no querían ser señalados con el dedo y los más creyentes tranquilizaban sus conciencias.

Al llegar el verano nuestros sentidos traen a la memoria los olores de la infancia. Los viejos tomando el fresco a la luz de la luna disfrutando del aire suave. El silencio roto por el canto de los grillos y el traqueteo de los carros.

Las duras heladas que dejaban La Laguna y El Barrero como pista de patinaje.

San Esteban, rincón querido y nido de mi niñez, cuando voy a ti, afloran en mis solo gratos recuerdos y mi pecho se ensancha al recordar a mis amigos de siempre.

Claudio Villafáfila

Para todos ellos mi más grato recuerdo. Los llevo en el alma.

Para mi amigo de siempre y de hoy Emilio Deza
Para mi otro amigo el Secretario de Silvestre.
Para el entrañable amigo Marcelo.
Para Matina siempre clara y bondadosa.
Para Jeicos, listo y triunfador.
Para Reyes, la dignidad en persona.